Actualmente una parte de la población mundial se puede permitir el lujo de elegir su dieta: omnívora, vegetariana, vegana, crudívora, carnívora, paleodieta… pero ¿qué comían nuestros antepasados? ¿Qué dieta se ajusta más a la de nuestros ancestros? Sin querer entrar en polémica, hablaremos sobre uno de los hechos cruciales del paso de Australopitechus a Homo: la ingesta de carne.
¿QUÉ COMEN NUESTROS PARIENTES?
Una de las razones que se esgrimen para seguir una dieta vegana o vegetariana estricta es que como somos monos, éstos se alimentan de frutas y plantas, y además, así se consigue una dieta más natural. Actualmente y tradicionalmente la base de la alimentación mundial son las semillas de cereales (arroz, trigo, maíz, etc.) y legumbres (judías, lentejas…), que muchas veces precisan elaboración (la harina, por ejemplo) y no tienen nada que ver con sus antepasados silvestres. Desde que se inventó la agricultura y ganadería y se han seleccionado las mejores variedades para consumo humano, la etiqueta de “natural” pierde todo su sentido. Aunque ahora los transgénicos están en boca de todos, en realidad la modificación genética la venimos haciendo desde hace miles de años.

Que seamos monos y por ello lo natural es comer vegetales, tampoco es del todo cierto. Como los primates hemos evolucionado en los árboles, los homínidos tienen una dieta estricta o principalmente folívora -hojas- y frugívora -fruta- (gorilas, orangutanes), mientras que los gibones, además, completan la dieta con invertebrados. Nuestros parientes más cercanos sin embargo (bonobos, chimpancés), son omnívoros, ya que se alimentan de vegetales, fruta, invertebrados y hasta pequeños mamíferos y otros primates, aunque eso sí, en menor cantidad que de vegetales.

No es de extrañar pues, que nuestros ancestros directos lejanos, australopitecos como Lucy, tuvieran las hojas, frutas, raíces y tubérculos como base de su dieta. Algunas especies, además de vegetales, también se alimentaban de invertebrados y pequeños vertebrados, de manera similar a los actuales chimpancés.
HERBÍVOROS Y CARNÍVOROS
Los frutos tienen más azúcares, aunque no son muy abundantes en comparación con las hojas y tallos. Por contra, las hojas tienen menor valor nutritivo, ya que contienen muchas fibras que no podemos asimilar, como la celulosa. Las legumbres contienen más proteínas que los cereales, pero algunos aminoácidos esenciales y vitaminas (como la B12) son inexistentes en algunos vegetales o se encuentran en muy baja proporción, u otros como el hierro de fácil asimilación (hierro hemo) sólo se encuentran en alimentos de origen animal.
En resumen, los vegetales son más difíciles de asimilar comparado con los animales, por lo que mamíferos herbívoros presentan sistemas digestivos más largos, o con estómagos compartimentados, mastican durante largos periodos de tiempo y algunos son rumiantes, mientras que los carnívoros tienen sistemas digestivos con menor superficie de absorción y precisan poca masticación del alimento.

¿POR QUÉ NUESTROS ANCESTROS EMPEZARON A COMER MÁS CARNE?
Hace 2,6 millones de años, un cambio climático hizo nuestro planeta más frío y seco. En África la sabana dominaba gran parte del territorio, por lo que los homínidos tenían que contentarse con hojas duras, recubiertas de ceras, tallos duros o con espinas, raíces… estos recursos difíciles de digerir fueron explotados por los parántropos (Paranthropus), con grandes dientes y potentes musculaturas en la mandíbula para poder triturarlos, aunque con un cerebro similar al de los australopitecus. Se extinguieron hace un millón de años.

Pero otro grupo de homininos encontró un tipo de recursos que les ofrecían más energía en menor cantidad, y eran más fáciles de masticar: la carne. Homo habilis fue el primero en comer carne en mayor proporción que el resto de parientes y además, carnes con más cantidad de grasa. Se trataba de un oportunista: casi cualquier cosa comestible la aprovechaba, por contra los Paranthropus eran especialistas, por lo que si escaseaba su alimento, lo más probable era que murieran.
CEREBROS GRANDES…
Mientras que Australophitecus y Paranthropus tenían una capacidad craneana de 400-500 cm3, Homo habilis llegó a tener hasta 700 cm3. Este mayor tamaño cerebral le permitía una mayor capacidad de improvisación y versatilidad para encontrar alimento.
Una de las cosas que nos diferencia claramente del resto de primates y animales es el gran tamaño de nuestro cerebro. Como habréis observado, H. habilis ya se clasifica dentro del género Homo, el nuestro, por ese gran salto de tamaño cerebral, entre otras cosas.

Pero un cerebro grande también tiene inconvenientes: en Homo sapiens el 25% de energía de nuestro cuerpo lo consume el cerebro en reposo, H. habilis consumía el 15% y Australopithecus solamente el 10%. Además de cantidad, esta energía también tiene que sera de calidad: algunos ácidos grasos para un correcto funcionamiento del cerebro sólo se encuentran en algunos frutos secos, pero sobretodo, en grasa de origen animal, más fácil de conseguir si escaseaban los vegetales.

…INTESTINOS PEQUEÑOS…
La única manera de poder dedicar más energía al funcionamiento del cerebro es reducir el tamaño de otros órganos que consuman mucha energía (Aiello, L. y Wheeler, P, 1995). Corazón, riñones, hígado, son grandes consumidores de energía pero vitales, por lo que la solución es reducir el tubo digestivo y eso sólo fue posible con el paso de una dieta casi exclusivamente vegetariana de los Australophitecus a otra de más fácil asimilación con más contenido de proteínas y grasa animal de H. habilis.

… Y HERRAMIENTAS
Un cerebro grande dio además otra ventaja a H. habilis. A pesar de su físico (pequeño tamaño, sin garras ni grandes colmillos) pudo explotar gran variedad de carne (primero como carroñeros y luego cada vez más como cazadores) debido al uso de herramientas. Probablemente los australopitecos usaran algún tipo de herramienta sencilla, mayoritariamente de madera, pero las primeras pruebas seguras que disponemos de fabricación de herramientas de piedra (líticas) pertenecen a H. habilis. Esto hasta les permitió aprovechar el tuétano interior del hueso de grandes presas abatidas por carnívoros cuando toda la carne ya había sido consumida por otros animales. Actualmente sólo las hienas y quebrantahuesos pueden acceder sin herramientas a este recurso. Al no necesitar unos dientes y mandíbulas tan grandes, el cráneo puede alojar un cerebro más grande.

CONCLUSIÓN
En resumen, el aumento del cerebro de Homo fue posible gracias al cambio de dieta, que permitió un tubo digestivo más corto y un aparato masticador más pequeño. A su vez, para obtener estos alimentos más energéticos se precisa más inteligencia, que dio como resultado comportamientos más complejos como el uso de herramientas trabajadas (tecnología lítica Olduvayense, Modo 1).
Nuestro aparato digestivo es el resultado de millones de años de evolución como omnívoros oportunistas. Algunas dietas actuales estrictas (ya sean vegetarianas o casi carnívoras) entran en contradicción con esta herencia biológica y el abuso y acceso a todo tipo de alimentos nos acarrean todo tipo de alergias y problemas alimentarios. El secreto sigue siendo una dieta equilibrada y variada.
REFERENCIAS
- Roberts A (2002). Evolución: historia de la humanidad. Akal, UK.
- Mateos A, Rodríguez J (2010). La dieta que nos hizo humanos. CENIEH, Burgos.
- Arsuaga J L, Martínez I (2006). La especie elegida. La larga marcha de la evolución humana. Booket divulgación.
- Potts, Richard. Sloan, Christopher (2010). What does it mean to be Human? Ed. National Geographic Society.
- Vegetarianismo – Aspectos nutricionales a tener en cuenta cuando te planteas ser vegetariano
- Paleodieta: hábitos prehistóricos para otra dieta milagro (OCU)
Hola, Mireia:
Expones una serie de referencias e investigaciones aún en proceso; sin embargo, de tales hechos aceptados no pueden inferirse inequívocamente que el consumo de carne fuera el estricto responsable de la inteligencia.
En primer lugar, la concentración de nutrientes varía vastamente según las fuentes y hay productos vegetales con una altísima cantidad de proteínas por gramo.
En segundo lugar, es falso que exista una correlación directa entre el tamaño cerebral y la inteligencia. Si ello fuera cierto, el cachalote, con un cerebro que ronda los 8 kilogramos, sería el animal más inteligente sobre la Tierra.
En tercer lugar, entran decenas de miles de variables en juego aparte de la dieta que pudieron conducir a este resultado. ¿Acaso la dieta condicionó la eficacia incrementada de nuestros astrocitos?
Ya desde el propio titular se evidencia una falta rigor:
El veganismo es un imperativo ético, no una dieta. Y las razones que expones acerca de su justificación reciben la denominación de “falacia naturalista”. Lo bueno o lo correcto no es necesariamente lo que acontece en la naturaleza. No sólo hay animales que cazan a otros, sino que fuerzan a las hembras para copular o cometen infanticidio de las crías ajenas. ¿Por qué consideramos “natural” unos comportamientos y no otros? Sencillo: los animales no humanos sufren una cosificación moral desde hace milenios como fruto de nuestra autoconsideración de especie elegida o superior. Tal prejuicio moral se denomina “especismo”.
Incluso asumiendo la polémica hipótesis de que hayamos llegado hasta nuestro actual desarrollo cognitiva estrictamente por el hecho de consumir el cadáver de otros animales, ello no justificaría en ningún caso seguir haciéndolo en la actualidad: falacia ad consequentiam.
Si aceptas que no quisieras que nadie te criase, te hacinara ni te asesinara para servir como fin para terceros; incurrirías en una actitud inmoral si lo propugnases para otros individuos por el simple hecho de no ser tú (egocentrismo), no ser de tu raza (racismo), no ser de tu sexo (sexismo) o no ser de tu especie (especismo). El fundamento discriminatorios en todos los casos es el mismo.
No habrá justicia hacia los demás animales mientras los seres humanos no rechacen la explotación animal de la misma manera en que todos nos oponemos a la explotación humana. Ése es el significado inherente del veganismo y su lucha por los Derechos Animales.
Quisiera dejarte una introducción a los Derechos Animales: http://elguardiandeloscristales.com/wordpress/el-principio-de-igualdad-para-otros-animales
Hola Adrián, en primer lugar, gracias por leer el artículo y comentar educadamente y argumentadamente, cosa que no siempre se ve en las redes.
Afortunadamente, la ciencia siempre sigue avanzando y nunca deja de investigar. Una de las incógnitas que más debates ha generado y genera es cómo llegamos a Homo sapiens, y el hecho que no tengamos estudios 100% concluyentes, por la dificultad que supone estudiar el registro fósil, no significa que todas las hipótesis sean erróneas. Aquí solamente expongo una de ellas. En ningún momento se dice que el consumo de carne fuera el único estricto responsable de la inteligencia. De hecho, en la presentación digo “uno de los hechos cruciales “, evidentemente, la evolución de cualquier especie no se puede deber a un único factor ya que las presiones selectivas son muchas y muy variadas.
También es sabido que nuestros antepasados no eran estrictamente carnívoros: simplemente aumentaron la proporción de su consumo, pero la base siempre ha sido la vegetal incluso en la actualidad, si exceptuamos poblaciones en las que el entorno no lo permitía (como los esquimales, con una base de peces en su dieta).
No niego que actualmente tengamos acceso a fuentes vegetales con un alto valor energético, pero el post se centra en nuestros antepasados lejanos y los recursos de los que disponían. ¿Tenían acceso nuestros antepasados a ellos en épocas de escasez de alimento y sequía? ¿Hubieran arriesgado tanto si les hubiera sido más fácil obtener energía a través de las plantas?
En segundo lugar, y quizá debería aclarar este punto en el artículo, evidentemente no hay una relación directa entre el tamaño absoluto del cerebro e inteligencia, sino con el tamaño del cerebro respecto al cuerpo. Para intentar deducir la inteligencia, se utiliza el cociente encefálico, que tiene en cuenta el tamaño del cerebro comparado con el cuerpo y otros factores como la densidad neuronal. En este artículo se trata con más profundidad este tema: http://www.fogonazos.es/2014/05/comparando-nuestro-cerebro-con-otras.html
En tercer lugar, el titular es una generalización muy resumida de lo que se expone para atraer la atención de lector (en eso consiste un titular), no una falta de rigor científico. Lo que pasa que toca temas éticos y eso siempre remueve. En artículos anteriores, donde explico que el bipedismo también nos hace humanos, no generó los centenares de comentarios y lecturas que está generando este post. A nadie le molesta que el uso de herramientas o andar a dos patas “hiciera humanos” a nuestros antepasados pero el consumo de carne sí.
Sobre el párrafo del especismo, sexismo, etc. estoy de acuerdo contigo. Aunque se podría hablar mucho del “imperativo ético” del veganismo, que no es ni de lejos la intención del post. Evidentemente nadie quiere ser comido por otro. Ni siquiera las plantas. Y no, no estoy defendiendo la falacia de “la lechuga también sufre”, porque no es cierto, no voy por ahí. Simplemente todos los seres vivos tenemos estrategias y adaptaciones para aseguarar nuestra supervivencia. El artículo “la confusión del veganismo” también da que pensar. http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/vegan-vegano-vegetariano_0_1585641424.html
Conozco los derechos humanos, conozco los derechos animales, me gusta que se genere debate pero el artículo no trata sobre qué dieta es mejor ni sobre mi opinión personal. Solamente quise exponer una de las hipótesis que se barajan en ese gran conjunto infinito de factores que nos han llevado de vivir en los árboles a tomar consciencia de nuestra relación ante otras especies.
De cuando estudiaba, hace muchisimos años, se me quedo gabado que me explicaron que el ser humano necesita de 35 aminoacidos, de los cuales uno, solo se encuentra en el reino animal, y aunque se pueda sobrevivir sin este, el metabolismo y por tanto el organismo, queda afectado. Pero claro, en aquellos años, el pescado azul era malo y no existian los veganos, como mucho vegetarianos que tomaban leche y huevos.
Para llegar a humanos hicieron falta muchas coincidencias. Por una parte el pie nos permitió usar las manos con lo que el cerebro debió crecer. Por otro lado la dieta cambió no solo nuestro aparato digestivo sino también el masticatorio. Menor esfuerzo masticatorio significó menor tracción sobre los huesos craneanos y posibilitó el aumento de la caja craneana.
El ser humano no ha terminado su evolución y el cambio de su dieta es un factor importante en esa evolución. Comprendamos por ejemplo que recién con la agricultura y la ganadería se produjo un superávit de alimentos, que permitió la formación de una casta pensante (gobierno y religión) que a su vez determinó las diferentes culturas.
Los seres humanos han aumentado de talla desde el medioevo y eso es comprobable por el tamaño de las armaduras. Los hijos en general son más altos que los padres y eso también es una constante.
El aumento de talla se debe (según las investigaciones) al aumento del consumo de azúcar (no de carne). Esto lo demostró el rápido crecimiento de la talla de los japoneses después de la guerra y el cambio de hábitos alimenticios.
El aumento del consumo de azúcar obliga a un aumento de las hormonas que bajan el azúcar en sangre como es la insulina y la hormona del crecimiento. Por ello es que hay más diabéticos y gente más alta. Pero además es el azúcar el que da la sensación de hambre…
Estamos perdiendo la dentadura y ya hay personas que no tienen ni el germen del tercer molar. El próximo diente a perder es el canino… Ya hay gente que tiene la arcada dentaria tan pequeña, que los caninos crecen fuera de lugar.
El aumento de hormona de crecimiento no solo aumenta la talla, sino que en ratas embarazadas ha demostrado, que los hijos tienen mayor inteligencia (!)
Los pies tienden a ser más largos y hoy día ya no es raro ver damas con zapatos de Número 45.
Igualmente está desapareciendo el ángulo de Fergusson, entre la columna lumbar y el sacro. Esta adaptación permite al disco intervertebral lumbo-sacro, soportar mejor el mayor peso al que lo somete el aumento de talla de personas que tienen cerca de dos metros o más.
Pero esto obliga a cambiar el ángulo de la cadera por lo que ya no es raro ver gente cuyos pies miran hacia adentro.
Obviamente el cambio de la dieta influye en la evolución.
¿Dónde nos llevaría el veganismo estricto?
¿Es posible que en los años venideros se formen diferentes especies en base a la diferente alimentación?
Efectivamente Guillermo. Como dice el post, la ingesta de carne es sólo una de las cosas que ha contribuido a nuestra evolución tal y como somos y a la reducción del aparato masticatorio. Te invito a leer otros artículos en los que hablamos de otros factores, de momento hemos tratado el bipedismo y la herencia de genes Neandertales, además de descripciones de otros antepasados.
Muchas gracias por haber aportado tan interesante información y las preguntas que dejas en el aire, esperamos poder ir cubriendo todos los temas poco a poco, siempre interesantes, de nuestra evolución.
Hola, Guilermo:
Igualmente, me parece harto interesante tu disertación. Sin embargo, creo que es erróneo pensar que nuestra evolución vaya a cambiar necesariamente según nos alimentemos de una u otra forma.
Es totalmente cierto y seguro que seguir una pautas comportamentales determinadas varía la selección adaptativa de dichos caracteres, eso es innegable; pero acostumbro a oír argumentos descabellados como que si todos nos hiciéramos veganos perderíamos inteligencia. Esto está infundado y responde más bien a un prejuicio general hacia lo desconocido ante la inculcación dogmática de que comer carne sea necesario para vivir. Nada más lejos de la realidad.
Estimo que no se formarían nuevas especies a partir de los humanos basadas en la alimentación a menos que nuestras poblaciones decidieran separarse debido a una diferencia ética.
Por otra parte, quisiera destacar que no existe tal cosa como un veganismo estricto. El veganismo, no es una dieta; sino una ética. No admite grados de la misma manera que uno no puede ser “semiracista” o “un poco defensor de los Derechos Humanos”.
Nosotros rechazamos toda forma de explotación animal como una mera consecuencia de reconocer el valor intrínseco de los demás animales por el hecho de que sienten y padecen igual que nosotros. Esta diferencia resulta radical; pues la razón de nuestra alimentación estriba en ser coherente entre aquello que consideramos y hacemos.
Dudo que alguno de los presentes decidiera comerse un perro, pero, ¿por qué sí a una vaca? Casi lo contrario que en la India. Esto evidencia que no se debe a una causa biológica, sino meramente cultural.
Un saludo cordial.
Yo si creo que los humanos podemos cambiar, evolucionar, segun lo que comamos. Nuestro cuerpecito es un coche, y en función de el combustible que le pongamos, actuará de una forma u otra, si todo se va hacia el lado del canivalismo iremos hacia un destino, si nos apuntamos al vegaismo, la evolución será otra ¿Cual?. Me temo que no lo vamos a vivir 😀
Me parece interesantísimo el debate. pero una cosa me preocupa. Ha comentado usted en sus dos intervenciones, sobre las falacias referidas al veganismo, de lo cual concuerdo. No es menos cierto que hay sectores extremos en esta forma de vida. Como músico compruebo con estupor que ya hay instrumentos veganos (de cuerda, de percusión) que emplean materiales sintéticos para no tener que llevar derivados de animales (pieles, pelo, huesos), subproductos que fueron empleados por nuestros antepasados simplemente para protegernos de las inclemencias del tiempo, entre otras cosas. Concuerdo especialmente con Mireia que debemos situar la discusión en su periodo de tiempo justo y no asimilar conceptos referidos a la época actual. Saludos y gracias de nuevo por este interesante debate.
Interesante artículo ¡con un título deliberadamente provacador!
Entre los muchos puntos que surgen de él, sólo comentaré dos:
1 – ¿Porqué presenta esquemas de los aparatos digestivos de varios animales, pero no del ser humano para comparar?
Si lo hubiera hecho, quedaría aparente que la adaptación de éste para poder asimilar la carne ha sido muy leve, dado que se asemeja mucho más al de los fructívoros que de los carnívoros.
2 – ¡Comer humanos nos hizo humanos!
O tal vez no, pero nuestros antepasados fueron en algún punto antropófagos. ¿Eso no habrá ejercido algún efecto sobre nuestra evolución? Y en ese caso ¿se podría decir que nos hizo humanos? Y si decimos que sí ¿qué conclusión podríamos sacar de eso?
Hola bartiddu,

la mejor imagen que he podido encontrar de fuente fiable es la siguiente:
Pertenece a un artículo publicado en PLOS one en el que se investiga la acidez del pH. Es interesante ver que nuestro pH se acerca más a los de los carroñeros que a los de otros omnívoros o hervíboros. ¿Herencia de nuestro pasado?
Ciertamente también hemos comido humanos, aunque no creo que en suficiente proporción para que haya afectado en nuestra evolución, los fósiles con marcas producidas por canibalismo son escasos.
Algo tiene que ver ya que todo aquel que no comen carne tienen célebres chicos además de ser intolerantes y tener enfermedades por desnutrición. A mi donde se ponga un bue filete con patatas no se pone nada
Andres no hables si no sabes, no consumo carne hace 20 años y nunca he sufrido deficiencia de ningun nutriente! es más estoy mejor de salud que antes. asi que antes de comentar informate ( espero que despues de 4 años tu juicio critico haya mejorado)
Hola Mireia Querol Rovira. Veo que el artículo es de 12/2015 y me ha llegado por las redes y lo he leído en 7/2016 (más de un año después).
En primer lugar felicitarte por el artículo que, dando grandes saltos, resume sin embargo aspectos muy interesantes de nuestra evolución, recogiendo muchas pinceladas determinantes del tema hacia el que está enfocado.
En efecto recoges y refieres hipótesis sobre posibles relación causa efecto, en todo lo tratado: desarrollo de inteligencia y relación con la explotación-consecución de los recursos, etc,; todo está sobradamente nítido y claro en tu exposición y no cierras a otros posibles caminos seguidos por la evolución con las diversas variables que participan.
Todo muy bien, salvo el perder el tiempo, tu energía y conocimientos con alguien que tergiversa y que en cada párrafo cuela tales gazapos que se necesitaría toda una tesis o un libro para corregirle y mostrarle su continuado error y su vision obtusa. No vale la pena. Yo creo que a un burro no hay que intentar explicarle álgebra, sino darle un fardo de paja para hacele feliz, eso si, que no nos invite a pastar en el “prau” con él porque eso lo dejamos atrás hace muchos millones de años.
Por otro lado, la insistencia ética es inadmisible en las circunstancias actuales a las que hemos llegado con mucha Ciencia y mucho trabajo, y de todo ello lo que nos falta es paciencia para soportar lecciones de fracasados con los que competiremos por el espacio y los recursos posiblemente hasta exterminarlos por su insolencia cruel hacia todas las personas que pasan hambre en el mundo y que investigan y trabajan desesperados para tener acceso a las abundantes proteínas de las que disponemos a través del decubrumimiento y desarrollo evolutivo de la agricultura y la ganadería,por tanto, si persisten en la cuel idea de erradicar millones de población humana bajo sus estrictas éticas buenistas no nos quedará más remedio que invitarles a que sean los primeros en arrojarse al abismo.
No pierdas energía en responder a asnos de nueva religión, mándalos a pastar y que se queden allí a gusto como en paz nos dejarán a los criminales omnivoros que disfrutamos de nuestra exqusita y rica dieta variada.
Me gustaría que si estás en Burgos, en el centro de investigación de Atapuerca te pongas en contacto conmigo para colaboraciones más prácticas que no la pérdida de tiempo y energía de responder a hervboros que irán agáchandose a cuatro patas hasta tener el pasto al alcance otra vez del morro, o mejor, de los belfos. Mi correo es jcglaciar@gmail.con gracias y saludos. Lo he escrito de un tirón sin revisar por pura indignación producida por el vegano.
Hola Juan Carlos, gracias por tu comentario. La verdad es que no intento convencer a nadie de nada, expongo de la manera más objetiva posible lo que dice la ciencia y luego ya cada uno, allá con sus creencias. Es evidente que hay gente que por mucho que le expongas seguirán erre que erre, pero si alguien que tiene sus dudas y puede ver otras visiones (más allá de meme de facebook del estilo “los humanos somos los únicos que tomamos leche de adultos yd e otra especie”, de algo habrá servido esa energía. Hay que saber cuando parar, cuando sus argumentos quedan en falacias hay que cortar de raíz
Hola Manuela.Deberías ponerte al día respecto a la cantinela esa de que el cerebro se desarrolló por comer carne. Ni siquiera llegó a la categoría de Teoría Científica. Fué una hipótesis muy cogida por los pelos y adornada como se adornan siempre las méras hipotesis para darle algún víso de tener cierto fundamento. Desde luego no hay consenso científico en ello ni lo ha habido nunca. Pero todavía hay personas un poco despistadas que se agarran a eso como a un clavo ardiendo para intentar seguir polemizando.
Hola, soy Mireia. Estoy bastante al día, gracias. Afortunadamente tengo acceso a publicaciones científicas, he leído unos cuantos libros y he podido hablar personalmente con paleoantropólogos de prestigio internacional que conocen el tema.
Las hipótesis no tienen nada de negativo. Ni por serlo, significa que sean incorrectas. Es lo que mantiene viva a la ciencia. La formulación de hipótesis, la búsqueda de consenso, el intento de explicar. Resumir todos los estudios en “el cerebro se desarrolló por comer carne” es un poco atrevido, y no es ni de lejos la idea del post, como tampoco lo es la de polemizar.
Una cosa está bastante clara, la línea de homininos que añadieron carne a su dieta presentan un aumento de la capacidad cerebral a lo largo de miles de años, los que no (Parántropos…) morfológicamente no cambiaron demasiado en millones de años (y en su caso concreto, se extinguieron). Es lo que de momento, nos explica el registro fósil. Puede que nos guste, puede que no, pero es así. Hasta que se hagan nuevos descubrimientos, que cambien o refuercen esta información.
Perdón por lo de Manuela, no sé de dónde salió, posiblemente del teclado del móvil que aveces autocompleta palabras y pone lo que no quieres si no te fijas.
Estoy de acuerdo, la ciencia debe mantenerse viva y que se arriesgue siempre a la hora de elaborar hipótesis, así avanzamos.
Respecto al tema en concreto, para quien hoy en día no come carne, igual que para quien no ha dejado de comerla y seguir haciendo lo que hace, el saber lo que necesitaron nuestros ancestros hace decenas de miles de años es algo completamente irrelevante.
Un saludo.
Hola a todos, fantástico debate. Estoy de acuerdo en muchas cosas de las que decís aquí pero al menos en una no.
No creo que sea tan irrelevante tener datos históricos, a mi al menos me parece relevante, en todas las investigaciones en las que he tenido que participar los históricos han aportado una herramienta extra.
De cualquier manera, moderación y tucarne.com
Buenos días MIreia. Me parece un gran artículo. Gracias.
Muchas gracias por tu comentario Juan Francisco, me alegro que te haya servido 🙂
Interesante artículo, ¿podrías indicarme si ha habido algún trabajo nuevo sobre esta hipótesis?, me ha picado la curiosidad!
Hola Yesica, gracias por tu ocmentario. Te dejo un enlace donde se encuentran artículos relacionados con el de 1995 de Aiello y Wheeler sobre la hipótesis cerebro-intestino:
https://scholar.google.es/scholar?q=related:Vw5OPL9Vh70J:scholar.google.com/&hl=es&as_sdt=0,5
El más actual es uno de 2011, aunque requiere suscropción a nature, por lo que no he podido leerlo: https://www.nature.com/articles/nature10629
Hola, solo quiero comentar de la vitamina b12, es bien sabido que la b12 está en la carne, pero es poco sabido que la b12 no se obtiene exclusivamente de ella, la b12 se encuentra en las heces, en el polvo, en la tierra, no quiero decir que debamos comer heces o cosas sucias, pero la verdad es que Louis Pasteur nos heredó un temor irracional por las bacterias fomentando una cultura de limpieza exagerada, así cuando toman muestras de alimentos no animales súper limpios no encuentran rastro alguno de estas vitaminas, sin embargo, comer una fruta de un árbol como lo haría un simio, suplementaría nuestra deficiencia de vitamina b12, eso sí, tomando en cuenta que existen riesgos por el manejo y distribución de los productos del campo de posibles enfermedades, en comunidades pequeñas de autoconsumo estos riesgos no existen, fuera de eso, el argumento de que esta vitamina contenida en la carne es exclusiva y su consumo tiene algo que ver con el aumento de nuestro cerebro es muy conveniente para explicar esta teoría, pero la verdad deja muchas incógnitas en el aire…
Hola Marcelo, muchas gracias por tu comentario, desconocía este hecho de la presencia de B12 en frutas y verduras debido a polvo y tierra… sin duda interesante! Aunque imagino que la cantidad de esa vitamina continúa siendo superior en carne y es más eficiente tomarla de allí que de frutas y verduras, o simplemente por una mutación empezamos a necesitar más cantidad de ciertas vitaminas que otros simios…quién sabe… gracias de nuevo por tu aportación