A finales de septiembre de este año se publicó la décima edición del Informe Planeta Vivo de WWF (del inglés World Wildlife Fund for Nature; en castellano, Fondo Mundial para la Naturaleza), una publicación bienal que documenta el estado en el que se encuentra el planeta, la biodiversidad, los ecosistemas y la demanda de recursos naturales de la humanidad.
EL ÍNDICE PLANETA VIVO
El informe se basa en el cálculo del Índice Planeta Vivo (IPV), que mide las tendencias de 10.380 poblaciones representativas de 3.038 especies de vertebrados (mamíferos, aves reptiles, anfibios y peces) de todo el mundo. El informe ha determinado una reducción del Índice Planeta Vivo en un 52% des de 1970, lo que significa que en 40 años se han reducido a la mitad las poblaciones de vertebrados silvestres estudiadas, especialmente en las regiones tropicales. El motivo principal es que estamos aumentando el componente económico a expensas del ambiental. Es decir, estamos enriqueciéndonos a cambio de la pérdida y degradación de hábitats, el aumento de la caza y la pesca y el cambio climático, lo que tiene un impacto importante en la biodiversidad mundial.
Si se estudian las tendencias de las diferentes poblaciones según sus ambientes, las diferencias se hacen muy evidentes:
- AMBIENTES TERRESTRES: Las poblaciones de las especies terrestres han disminuido un 39% en los últimos 40 años debido a la pérdida de hábitats por un uso de la tierra para agricultura, el desarrollo urbano y la producción de energía.
- AMBIENTES DE AGUA DULCE: Las poblaciones de las especies de agua dulce han disminuido un 76% en los últimos 40 años debido a la pérdida y fragmentación de los hábitats, la contaminación y las especies invasoras.
- AMBIENTES MARINOS: Las poblaciones de las especies marinas han caído un 39% entre 1970 y 2010 debido a la caída de las poblaciones de tortugas y pájaros marinos debido a las capturas accidentales en la pesca y a la sobrepesca de tiburones en los trópicos y al aumento de la sobrepesca en el océano Antártico.
LA HUELLA ECOLÓGICA
Se utiliza la huella ecológica para sintetizar el impacto que tienen las diferentes actividades humanas sobre el medio ambiente; de manera que cuanto menor sea, menos impacto causa. Tiene en consideración todos los bienes y servicios ecológicos que necesita la humanidad y que compiten por el espacio. En los últimos 50 años, el componente dominante de la huella ecológica ha estado el carbono emitido en la combustión de combustibles fósiles y continúa aumentando, pasando del 36% del total de la huella ecológica en 1961 al 53% en 2010.
Por otro lado, tiene en consideración la tierra biológicamente productiva (biocapacidad), la cual ha aumentado debido a los avances tecnológicos, a las entradas agrícolas y al riego, de manera que ha aumentado de 9.900 a 12.000 millones de hectáreas globales de 1961 al 2010. Pero el aumento desmedido de la población en este mismo período hace que la biocapacidad por cápita disponible caiga de 3,2 hectáreas globales a 1,7. Esto significa que cada persona del mundo tiene 1,7 hectáreas para producir lo que necesita en un año.
Por lo tanto, la huella ecológica global aumentó más rápidamente que la biocapacidad global, de manera que el aumento de la productividad de la Tierra no ha sido suficiente para compensar las demandas de la población mundial. Esto significa que estamos utilizando más recursos de los que la Tierra puede subministrar. De hecho, a nivel mundial necesitaríamos 1,5 planetas Tierra para obtener todos los recursos y servicios ecológicos que necesitamos cada año.
Se observan diferencias significativas entre países: los países con los ingresos más altos tienen huellas ecológicas por cápita por encima de la biocapacidad disponible, de manera que dependen de la biocapacidad de otros países, principalmente de los que tienen ingresos medianos y bajos, los cuales son estos últimos los que sufren más pérdidas de ecosistemas y la disminución de la biodiversidad más importante (entre el 18 y el 58%).
BUSCANDO EL DESARROLLO SOSTENIBLE
La manera como hacemos frente a nuestras necesidades está poniendo en peligro la capacidad de las generaciones futuras de cubrir las suyas propias. Por este motivo, la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo del 1987 utilizó por primera vez en la historia el concepto de desarrollo sostenible y lo definió como aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. En los términos que aquí nos referimos significa conseguir un alto nivel de desarrollo humano con una huella globalmente sostenible, es decir, mantener la huella por cápita por debajo de las 1,7 hectáreas globales. Actualmente ningún país del mundo lo ha conseguido, aunque Alemania y Estados Unidos van en la dirección correcta.
El desarrollo y la conservación pueden ir de la mano y la protección de la naturaleza puede conducir a un progreso social y económico. De hecho, la seguridad de alimentos, el agua y la energía y la salud del ecosistema están relacionados entre ellos.
Así pues, se pueden tomar mejores decisiones y se pueden aplicar soluciones prácticas para hacer frente a todo ésto:
Esta entrada se ha elaborado a partir del Resumen elaborado por WWF del Informe Planeta Vivo 2014, complementando alguna información de la versión completa. Tanto el resumen en castellano (36 páginas) como la versión completa en inglés (180 páginas) los podéis encontrar en el siguiente enlace: http://www.wwf.es/noticias/informes_y_publicaciones/informe_planeta_vivo/