Amadas y temidas por diferentes culturas a lo largo de la historia, las mantis no dejan indiferente a nadie que se cruce en su camino. Son insectos ágiles, fuertes y, sobre todo, muy discretos: su enorme capacidad mimética y de camuflaje con el entorno, tanto en color como en forma, las convierte en seres bellos y terribles al mismo tiempo… para otros insectos.
Descubre más acerca de su origen, cómo viven, así como algunas de las curiosidades que hacen de éstos organismos unos de los insectos más apreciados por los amantes de la entomología.
Introducción: Origen
El término “mantis religiosa” se usa vulgarmente para denominar a los insectos pertenecientes al orden Mantodea, grupo que incluye 2300 especies descritas en todo el mundo. El nombre de estos organismos (“mantis religiosa”) se les otorgó por la forma cómo éstos disponen las patas anteriores raptoriales durante el reposo: pegadas al cuerpo una al lado de la otra en un ángulo que recuerda a unos brazos en posición de plegaria. Por otro lado, el término mantis procede del griego mántis = “profeta o adivino”.

Es importante destacar que el nombre “mantis religiosa” alude a una única especie (“mantis” es el nombre de un género dentro del orden Mantodea), por lo que en lugar de hablar de “mantis” deberíamos referirnos a estos insectos como “mantodeos”.
Los primeros registros fósiles de mantodeos datan de hace más de 135MA (Baissa, Siberia). Se cree que estarían emparentados con las termitas (Isópteros) y las cucarachas (orden Blattodea) debido, sobre todo, a las semejanzas en el sistema reproductivo de las hembras y, más lejanamente, con los saltamontes y los grillos (orden Orthoptera), grupos con los que se emparejaron durante mucho tiempo formando un único orden. Se les confunde con frecuencia con los insectos palo (Phasmatodea) u otros insectos con patas anteriores raptoriales como los mantíspidos (Mantispidae, orden Neuróptera).


¿Cómo los reconocemos?
Al margen de diferencias específicas, todos los mantodeos comparten las siguientes características:
- Cuerpo elongado (10-200mm).
- Par de patas anteriores de tipo raptorial con una o dos hileras de espinas a lo largo del fémur y la tibia. Estas espinas se orientan en un sentido en el fémur y en el sentido contrario en la tibia y encajan entre sí, de manera al atrapar una presa ésta queda inmovilizada, evitando así que pueda escapar. Al mismo tiempo, las espinas se clavan en el cuerpo de la presa. El movimiento de estas garras es tan rápido que es difícil de apreciar a simple vista.

- Por lo general, presentan dos pares de alas, aunque en algunas especies éstas han quedado reducidas o han desaparecido. Los machos de la mayoría de especies presentan alas, mientras que en las hembras éstas tienden a estar reducidas o a ser inexistentes. Al margen de estas diferencias, es bastante difícil diferenciar entre machos y hembras (deben mirarse, sobre todo, el número de segmentos de su cuerpo).
- Alas anteriores ligeramente endurecidas para proteger las alas posteriores membranosas, es decir, las que usan para volar. Los mantíspidos (comentados en el apartado anterior) se diferencian de los mantodeos porque no presentan este endurecimiento de las alas anteriores.

- Cabeza triangular de gran movilidad situada sobre un largo tórax similar a un cuello, lo que les permite girarla hasta 180º (único entre los insectos, puesto que la cabeza está muy fija al resto del cuerpo). Esto les otorga mayor capacidad para percibir su entorno.
- Ojos complejos muy grandes capaces de distinguir colores que flanquean un triángulo ocelar muy marcado. Los ocelos son pequeños ojos simples formados por una única lente, los cuales tan sólo detectan cambios en la intensidad lumínica. En muchos insectos, los ocelos se presentan en grupos de tres formando un triángulo en la parte de la “frente” entre los ojos compuestos, el triángulo ocelar. Los mantodeos poseen tanto ojos altamente desarrollados como pequeños ocelos, mejorando así su percepción del medio.

- Antenas filamentosas (filiformes) entre cortas y largas.
¿Cómo viven estos insectos?
Ecología del grupo
El cuerpo alargado y las patas en forma de garra de los mantodeos responden a un estilo de vida cazador: permanecen inmóviles sobre diferentes elementos vegetales (hojas, flores, ramas, etc.) a la espera de presas que puedan atrapar; es por esto que muchas especies han adoptado, a lo largo de la evolución, formas y colores que mimetizan elementos de su entorno o que los camuflan en el medio (veremos más sobre este aspecto en los últimos apartados).
Los mantodeos son carnívoros generalistas, por lo que se alimentan de una gran variedad de insectos a los cuales acechan y cazan a una velocidad impresionante. En condiciones concretas, se han observado casos de canibalismo entre miembros de una misma especie (o entre distintos mantodeos).
En este vídeo, podréis apreciar la agilidad con la que cazan estos insectos:
Aunque pueden encontrarse virtualmente en todo el mundo, el mayor grosor de especies se localiza en zonas tropicales y temperadas. Rara vez se las verá en zonas frías o en ambientes permanentemente congelados (son inexistentes en la Antártida).
Ciclo de vida
El proceso de apareamiento de los mantodeos es directo, por lo que tiene lugar una cópula en la cual el macho debe aproximarse y transmitir su esperma directamente al interior del cuerpo de la hembra.
Es de conocimiento popular que las hembras de los mantodeos se comen a los machos durante o tras la cópula. Aún así, los entomólogos han tratado de matizar este fenómeno: si bien es cierto que éste comportamiento existe, la mayoría de veces se ha observado en condiciones artificiales en el laboratorio y no en libertad. Estudios recientes consideran que la tendencia de la hembra a comerse al macho se daría sobre todo en situaciones de escasez de recursos (u otras fuentes de estrés) en las que la hembra viera comprometida la viabilidad de su descendencia.
Tras la cópula, la hembra libera al medio una ooteca espumosa (cápsula de huevos), la cual puede incluir centenares de huevos. Las ootecas tienen un enorme contenido hídrico, por lo que los huevos quedan protegidos ante la sequedad ambiental. Tras la puesta, la ooteca se endurece y actúa a modo de cáscara. Pasado un mes, nacen los juveniles o ninfas que crecen poco a poco hasta alcanzar la fase adulta alada (desarrollo hemimetábolo). Para saber más sobre este tipo de desarrollo, puedes leer mi artículo del mes pasado: “¿Por qué los insectos realizan la metamorfosis?”.

Diversidad y mimetismo
Los mantodeos constituyen un grupo muy diverso de insectos. A día de hoy, se han registrado alrededor de 430 géneros y hasta 2300 especies en un total de unas 15 familias. De estas 15 familias, la que alberga un mayor número de especies y se halla más extendida alrededor del mundo es Mantidae (en la cual encontramos a la famosa Mantis religiosa). Una familia muy representativa en el Mediterráneo es Empusidae, siendo su mayor representante en esta zona Empusa pennata (o mantis palo), una mantis exclusiva del Mediterráneo occidental; morfológicamente es similar a Mantis religiosa, pero su tamaño suele ser mayor.

Prácticamente todos los mantodeos, independientemente de la familia a la que pertenezcan, poseen una coloración críptica que les permite pasar desapercibidos al resto de organismos, tanto presas como potenciales depredadores. Así pues, se camuflan tanto para cazar como para evitar ser cazados.

El grado de similitud con algunos elementos del medio es a veces tan grande en algunas especies debido a que éstas han modificado su morfología a lo largo de la evolución; así, el insecto logra mimetizar elementos de su entorno. Este es el caso de la mantis orquídea (Hymenopus coronatus, fam. Hymenopodidade), localizada en las selvas de Malasia, Indonesia y Sumatra, cuya forma y coloración recuerda al de las orquídeas, flores sobre las que reposa y pasa las horas acechando a sus presas.

Otro caso sorprendente de mimetismo es el de la mantis fantasma (Phyllocrania paradoxa, fam. Hymenopodidae) cuyo aspecto recuerda al de unas hojas marchitas (elementos sobre los que se mantiene inmóvil siendo muy difícil de localizar). O el de la mantis Deroplatys truncata (fam. Mantidae), con forma de hoja.


Al mismo tiempo, muchas especies disponen de alas o elementos decorativos de colores llamativos que despliegan como señales de alerta y para aparentar un mayor tamaño con el fin de disuadir a posibles depredadores.

Curiosidades y mitos
Desde tiempos antiguos, las mantis han sido objeto de múltiples simbolismos. Desde la literatura, la historia hasta la religión, e incluso las artes marciales, las mantis han tenido su papel protagonista.

Una de las primeras referencias históricas de las mantis se encuentra en el antiguo diccionario chino Erya (300ac), donde se las describe como símbolos del coraje y la intrepidez. Más tarde, numerosos autores hablarían de ellas en sus obras, tanto desde un punto de vista científico, como poético o filosófico.
La religión y la mitología no se quedarían al margen. La mitología indígena de Sudáfrica trata a las mantis como dioses en las prácticas y rituales Khoi y San; de hecho, el término para denominar a las mantis en Afrikáans es Hottentotsgod, que literalmente significa “un dios de los Khoi”, lo que se debe a la forma como tienen dispuestas las patas anteriores. Por otro lado, los griegos las veían como adivinos o profetas con poderes sobrenaturales y con la habilidad para mostrar el camino de vuelta a casa a los viajeros perdidos. En Egipto, una deidad menor con forma de mantis asistía en la función de guiar a los muertos.
A día de hoy, las mantis son uno de los insectos que más se crían como mascotas. Además, debido a sus habilidades para cazar se ha tratado de usarlas para el control biológico de plagas.

REFERENCIAS
- Amateur Entomologists’ Society – Praying mantids (Order: Mantodea).
- General Entomology (NC State University) – Mantodea.
- National Geographic – Praying mantids.
- Tree of Life Web Project – Mantodea.
- Katherine L. Barry, Gregory I. Holwell, and Marie E. Herberstein (2008). “Female praying mantids use sexual cannibalism as a foraging strategy to increase fecundity”. Behavioral Ecology doi:10.109, Australia.
- Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation (CSIRO) – Mantodea: Praying Mantids.
Imagen de portada extraída de veoverde.com.