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Paracaidismo herpetológico: anfibios y reptiles planeadores

Actualmente los únicos reptiles voladores son las aves, descendientes directas de los dinosaurios terópodos. Aunque la época de los grandes reptiles voladores ya ha pasado, hoy en día, varias especies de reptiles y algunas de anfibios han adquirido la habilidad de planear para escapar de sus depredadores. Planear se define como caer en un ángulo de menos de 45o de respecto a la horizontal con ayuda de membranas que crean resistencia al aire. En esta entrada explicaré algunas de las especies de herpetos planeadores que existen alrededor del mundo hoy en dia.

Ranas planeadoras

Las ranas planeadoras (también llamadas “ranas voladoras”) incluyen especies de los géneros Polypedates, Rhacophorus (familia Rhacophoridae) y Ecnomiohyla (familia Hylidae). Éstos han adquirido características similares por un proceso de evolución convergente.

Ecnomiohyla_rabborumFoto de Ecnomiohyla rabborum por Brian Gratwicke.

Tanto los hílidos cómo los racofóridos son popularmente conocidos como ranas de árbol. Sus miembros se han especializado a una vida arborícola con largas patas y dedos con ventosas para un mayor agarre.

 Macho y hembra de falsa rana planeadora de Malabar (Rhacophorus pseudomalabaricus) durante el apareamiento. Vídeo de Sandesh Kadur.

Video de Sandesh Kadur.

Además, los géneros planeadores han adquirido amplias membranas en las patas y entre los dedos para poder planear y así poder huir más eficazmente de los depredadores.

frog_m_1804347aRana voladora de Wallace (Rhacophorus nigropalmatus) planeando.

Geckos planeadores

Entre los miembros de la familia Gekkonidae existen dos géneros del sureste asiático que han adquirido adaptaciones para el planeo: el género Ptychozoon y el género Luperosaurus.

P1100785Foto de un  gecko volador de Kuhl (Ptychozoon kuhli) por Bernard Dupont.

Los geckos son un grupo de lagartos que han evolucionado para una vida arborícola que les permiten adherirse a prácticamente cualquier superficie. Sus patas presentan diminutos filamentos que les permiten desplazarse incluso boca abajo.

Ptychozoon_kuhli_mâleDetalle de la parte ventral de un gecko volador de Kuhl (Ptychozoon kuhli) en el que se pueden apreciar las membranas de piel. Foto de Fenchurch.

Los géneros Ptychozoon y Luperosaurus además presentan membranas en cuello, cuerpo, patas y cola que les ayudan a camuflarse mejor contra la superficie de los árboles, y también, planear ligeramente de árbol a árbol para huir de posibles depredadores.

Serpientes voladoras

Hablando de depredadores, las culebras del género Chrysopelea también han desarrollado un eficaz método para desplazarse por el dosel arbóreo. Las serpientes de este género son diurnas, se alimentan de lagartos, ranas, pájaros y murciélagos, y se encuentran distribuidas por el sureste asiático.

Chrysopelea_paradisi_(6032067972)Pareja de serpientes voladoras del Paraíso (Chrysopelea paradisi) en el Zoo de Singapur, por  Alan Couch.

A diferencia de los planeadores anteriores las serpientes voladoras no tienen membranas para frenar su descenso, sino que su sistema es un poco más complejo. Al llegar al extremo de una rama, las serpientes se dejan caer. Después de un leve descenso, retraen sus órganos internos apretándolos contra la caja torácica y extienden sus costillas hacia los lados, adquiriendo así una forma semicóncava, parecida al ala de un avión.

biomechanics_1Imagen explicativa del mecanismo de planeo de las serpientes voladoras. Imagen de Biomechanics.

Con este método y junto a movimientos serpenteantes, las serpientes del género Chrysopelea pueden controlar con mucha precisión la dirección de su descenso. Estas culebras planean de forma mucho más controlada que muchos mamíferos planeadores como las ardillas voladoras y llegan a recorrer una distancia horizontal de hasta 100 metros.

 Grupo de científicos estudiando las habilidades voladoras de una serpiente voladora del Paraíso (Chrysopelea paradisi). Video de All of These Videos.

Dragones voladores

Y finalmente llegamos a los más espectaculares de todos los herpetos planeadores, los llamados dragones voladores. Estos agámidos (familia Agamidae) del género Draco se encuentran en las zonas tropicales de Asia donde sobreviven cazando insectos entre los árboles selváticos.

Sans nom-399Foto de un dragón volador de cinco líneas (Draco quinquefasciatus) de Sarawak, Malasia. Imagen de Bernard Dupont.

La principal característica de los dragones voladores son sus costillas, algunas de las cuales están extremadamente alargadas y presentan membranas de piel entre ellas adquiriendo la función de unas alas. Estas “alas” suelen estar retraídas contra el cuerpo y las pueden estirar tanto para planear como para enviar señales visuales a otros miembros de su especie (las alas suelen tener colores brillantes).

Flying_Dragon_MivartDibuix del llibre On The Genesis of Species de l'esquelet d'un Draco volans.

Los dragones voladores utilizan sus alas para desplazarse de árbol en árbol, cazar, huir de sus depredadores, perseguir a sus congéneres en disputas territoriales y durante el apareamiento. Aparte de sus coloridas alas, muchas especies presentan papadas coloridas (especialmente los machos) para indicar su estado reproductor a otros miembros de su especie.

Draco_spilonotusFoto de un dragón volador lineado de Sulawesi (Draco spilonotus) por A. S. Kono.

El récord de vuelo de estos agámidos es de 60 metros de distancia con un descenso vertical de solo 10 metros. Los dragones voladores son animales pequeños, muy rápidos y activos, y pocos animales son capaces de capturarlos. Además, son totalmente arborícolas, descendiendo al suelo sólo las hembras para poner los huevos bajo tierra.

 Serpiente voladora persiguiendo a un dragón volador. Video de Venomous Animals.

Como hemos visto, la mayoría de especies de anfibios y reptiles planeadores viven en climas tropicales. Esto se debe a que son hábitats con una densa cobertura vegetal y los árboles crecen muy juntos los unos de los otros, permitiendo a estos animales planear de un árbol a otro con facilidad. La mayor amenaza para estas criaturas son la deforestación y la pérdida de su hábitat, ya que sin una cobertura arbórea óptima, estos animales pueden ser presa fácil para muchos depredadores terrestres.

Referencias

Se han consultado las siguientes fuentes durante la elaboración de esta entrada:

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Ofidios ibéricos: culebras majas, víboras venenosas

En mi primera entrada hablé sobre las distintas clases de serpientes que existen basados en la forma de su dentición. En esta entrada hablaré sobre los distintos ofidios que habitan en la Península Ibérica, qué especies son venenosas y cuáles no, y de cómo identificar a las distintas especies que nos podemos encontrar cuando salimos al campo. Como veremos en esta entrada, las serpientes han sido injustamente demonizadas, ya que las especies de nuestro país no representan peligro alguno para nosotros.

INTRODUCCIÓN

En la Península Ibérica se encuentran 13 especies diferentes de serpientes, entre las cuales hay representados tres de los cuatro tipos de dentición de los que hablé en la entrada anterior. Sin embargo no encontramos ofidios proteroglifos, ya que entre los miembros de la família Elapidae no hay ninguna especie europea. El resto de especies ibéricas son en su mayoría o bien culebras (familia Colubridae, aglifas u opistoglifas) o víboras (familia Viperidae, solenoglifas).

Natrix maura bo
Culebra viperina (Natrix maura), serpiente aglifa
Malpolon bo
Culebra bastarda (Malpolon monspessulanus), serpiente opistoglifa
Vipera latastei bo
Víbora hocicuda (Vipera latastei), serpiente solenoglifa

CULEBRAS vs. VÍBORAS

Cuando nos encontramos con una serpiente en la naturaleza es importante poder distinguir si el animal con el que nos hemos cruzado es una culebra o una víbora. Los mordiscos de culebras ibéricas no suelen ser especialmente peligrosos ya que al presentar denticiones poco especializadas (aglifa) o colmillos venenosos posteriores (opistoglifos) no suelen inyectar veneno, o si lo hacen no suelen inyectar demasiado. En cambio las víboras ibéricas al ser solenoglifas, inyectan grandes cantidades de veneno, siendo éstas las principales responsables de incidentes relacionados con mordiscos de serpientes en España. Aun así, los mordiscos son muy poco frecuentes y en su mayoría se dan tras una demasiado prolongada manipulación del animal.

Para poder identificar a una serpiente cómo culebra o víbora hay un conjunto de características anatómicas que las diferencia. Estos caracteres sólo son aplicables a los ofidios ibéricos; las especies de fuera de la península pueden presentar diferentes combinaciones de caracteres.

El carácter más citado es la pupila. En general las víboras presentan una pupila elíptica, delgada y vertical, mientras que las culebras presentan una pupila redonda. Aún así esto es variable, ya que en condiciones de poca luz la pupila de una víbora puede parecer redonda, ya que los ojos de estos animales se adaptan a la oscuridad.

PUPILA
Colúbrido con la pupila redonda (culebra de collar, Natrix natrix) y vipérido con la pupila elíptica (víbora hocicuda, Vipera latastei). Fotos de Honorio Iglesias.

La segunda característica hace referencia a la forma del cuerpo. Mientras que las culebras son esbeltas, sin un cuello diferenciado y con la cola larga y delgada, las víboras son más gruesas, tienen la cabeza triangular, un cuello bien diferenciado y la cola es corta y cónica.

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Culebra de Esculapio (Zamenis longissimus) y víbora cantábrica (Vipera seoanei, foto de Daniel Gómez)

Aunque no siempre es posible fijarse, las escamas pueden servir para saber si una serpiente es una culebra o una víbora. Las víboras siempre tienen escamas carenadas, las cuales presentan una pequeña protuberancia longitudinal en forma de quilla. En cambio las culebras, aunque pueden tener escamas carenadas en su mayoría tienen escamas lisas.

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Escamas lisas de culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis, foto de Saúl Yubero) y escamas carenadas de víbora áspid (Vipera aspis, foto de Grégoire Meier)

Finalmente mientras que las culebras son serpientes muy activas y que normalmente huyen antes de que podamos acercarnos, las víboras se fían de su camuflaje para evitar a los depredadores, haciendo que se queden quietas sin que las veamos y pueden morder si se sienten acorraladas.

OFIDIOS IBÉRICOS

Familia Colubridae:

Género Coronella: Llamadas culebras lisas, en la Península Ibérica encontramos la culebra lisa europea (Coronella austriaca) que presenta un antifaz oscuro desde los orificios nasales hasta el cuello y marcas oscuras irregulares en la espalda, y la culebra lisa meridional (Coronella girondica) la cual presenta dos marcas en los parietales y marcas oscuras transversales a lo largo de todo el dorso.

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Culebra lisa europea (Coronella austriaca, izquierda, foto de Christian Fischer) y culebra lisa meridional (Coronella girondica, derecha, foto de Evaristo Corral)

Género Hierophis: La culebra verdiamarilla (Hierophis viridiflavus) es una serpiente de colores vivos con manchas y dibujos negros, amarillos y verde claros. Aunque llegan a los 170 cm de longitud no es venenosa. Normalmente se puede encontrar desde bosques templados a campos de cultivo, e incluso hasta en construcciones abandonadas.

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Culebra verdiamarilla (Hierophis viridiflavus), juvenil (izquierda, de Polypterus) y adulto (derecha)

Género Natrix: Comúnmente llamadas serpientes de agua por su afinidad por los hábitats acuáticos, encontramos dos especies en la Península Ibérica, la culebra viperina (Natrix maura) llamada así por las marcas que presenta en zigzag y las escamas carenadas parecidas a las de las víboras, y la culebra de collar ibérica (Natrix astreptophora) que presenta las pupilas rojizas, una coloración muy variable y un “collar” negro en los ejemplares juveniles.

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Culebra viperina (Natrix maura, izquierda, foto de Honorio Iglesias) y culebra de collar ibérica (Natrix astreptophora, derecha foto de Fafner).

Género Zamenis: La culebra de Esculapio (Zamenis longissimus) es un colúbrido inofensivo, largo y delgado con una cabeza alargada y estrecha. Normalmente se encuentra en zonas boscosas, con diferentes variaciones microclimáticas que favorecen su termorregulación. Ésta especie es la que se representa enroscada en la Vara de Esculapio y en la Copa de Higia, símbolos de la medicina y la farmacia respectivamente.

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Culebra de Esculapio (Zamenis longissimus) (derecha por Amiralles).

Género Hemorrhois: La culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis) es un colúbrido aglifo que, aunque puede morder si es tocado o agarrado, no se le considera una especie venenosa. Presenta una marca transversal en la cabeza que toca con ambos ojos y una marca en el cuello en forma de herradura que le da nombre. Es una especie típicamente rupícola.

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Culebra de herradura (Hemorrhois hippocrepis). Fotos de AccipiterRaúl León.

Género Rhinechis: La culebra de escalera (Rhinechis scalaris) recibe su nombre común por las rayas transversales que presentan los individuos juveniles semejantes a una escalera, aunque los ejemplares adultos simplemente presentan líneas negras longitudinales a lo largo de su cuerpo. Aun siendo una serpiente que puede parecer agresiva, no suele morder y es inofensiva para el ser humano.

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Culebra de escalera (Rhinechis scalaris). Fotos de Matt Wilson (izquierda) y de Fernando Fañanás (derecha).

Género Macroprotodon: Esta es una de las pocas especies venenosas de la península. La culebra de cogulla occidental (Macroprotodon brevis) es un animal que se encuentra en todo tipo de hábitats mediterráneos. Aun siendo venenosa, su pequeña boca opistoglifa y su actitud tranquila la hacen totalmente inofensiva. Presenta una mancha oscura en el cogote y la cabeza es corta y aplanada.

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Culebra de cogulla occidental (Macroprotodon brevis). Fotos de Saúl Yubero y Amiralles respectivamente.

Género Malpolon: Con ejemplares que llegan a los dos metros y medio de longitud, la culebra bastarda o de Montpellier (Malpolon monspessulanus) es el ofidio más grande de la península. Su dentición opistoglifa hace que no inyecte veneno al morder (cosa que no passa casi nunca), aunque los ejemplares más grandes al tener mayor amplitud de boca, pueden clavar los colmillos (aunque los escasos mordiscos suelen ser mordiscos secos de advertencia). Es fácilmente reconocible por las cejas prominentes que presenta y que le dan un aspecto feroz.

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Culebra bastarda (Malpolon monspessulanus). Fotos de Herpetofauna y RuizAraFoto respectivamente.

Familia Viperidae:

Sólo un género en la Península Ibérica con tres especies. Las víboras tienen la cabeza ancha y triangular, el hocico ligeramente elevado y normalemente presentan un dibujo en zigzag en el dorso que les ayuda a camuflarse. Las tres especies son venenosas, aunque gracias a la medicina moderna, los ocasionales mordiscos no suelen ser peligrosos para el ser humano. La víbora aspis o áspid (Vipera aspis) es la serpiente más venenosa de la península, presenta escamas grises y doradas o amarillentas, con manchas negras o verdosas. La víbora hocicuda (Vipera latastei) es la víbora más común de la península i su coloración varía del pardo al gris. Finalmente, la víbora cantábrica (Vipera seoanei) es una víbora de tamaño medio y con una coloración altamente polimórfica.

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Víbora áspid (Vipera aspis, arriba izquierda, foto de Felix Reimann), víbora hocicuda (Vipera latastei, arriba derecha, foto de Honorio Iglesias) y víbora cantábrica (Vipera seoanei, debajo, foto de Andre Schmid).

Como hemos visto, las culebras y las víboras no son tan malas como las pintan. La mayoría de especies huyen del ser humano, y los accidentes y mordiscos ocurren cuando las forzamos a interactuar con nosotros más de la cuenta. Además, los ofidios ayudan a granjeros y agricultores cazando y alimentándose de especies consideradas plagas. Si dejamos a las culebras y las víboras en paz, podremos disfrutar de la belleza de estos animales en harmonía con ellos.

REFERENCIAS

Se han consultado las siguientes fuentes para elaborar los contenidos de esta entrada:

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SERPIENTES: ENSÉÑAME LOS DIENTES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES

La publicación de esta semana trata sobre las serpientes, unos animales que desde la antigüedad han provocado un intenso sentimiento de repulsión en el ser humano. Uno de los principales motivos por el cual las serpientes se encuentran tan arraigadas en el subconsciente humano es por el peligro que representan ya que muchas especies presentan glándulas venenosas conectadas a colmillos especializados. Aunque la mayoría de especies son inocuas para el ser humano, esto no quita que estos animales pongan los pelos de punta a más de una persona.

Los colmillos venenosos aparecieron como una modificación de los dientes maxilares. Según el grado de especialización de la mandíbula y de estos colmillos, las diferentes especies de serpientes se pueden clasificar en cuatro grandes grupos.

AGLIFO (ausencia de surcos):

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Cráneo de pitón reticulada (Python reticulatus)

Ésta es la condición más primitiva, en la que los dientes son sólidos, sin surcos ni colmillos especializados en la inyección de veneno. Esta dentición es la menos especializada, y la encontramos en muchos grupos de serpientes, des de las grandes boas y pitones, como en las primitivas serpientes excavadoras del infraorden Scolecophidia, e incluso algunas especies de la gran familia Colubridae. Los dientes en estos grupos suelen tener todos la misma forma y generalmente el mismo tamaño. Normalmente se suele asociar esta dentición a especies no venenosas y, aunque algunas serpientes aglifas si presenten veneno, normalmente no suelen ser mortales para el ser humano.

OPISTOGLIFO (surcos posteriores):

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Cráneo de serpiente gato de cabeza negra (Boiga nigriceps), un colúbrido del Sud-este Asiático

Estas serpientes poseen veneno inyectado mediante unos colmillos especializados que se encuentran en la parte posterior del maxilar, que apuntan hacia atrás y presentan surcos que canalizan las toxinas hacia la punta del diente. Para inyectar correctamente el veneno, estas serpientes se ven obligadas a mover a la presa hasta el fondo de la boca, cosa difícil si la presa es de tamaño considerable.  Este tipo de dentición se encuentra entre diferentes miembros de la extensa familia Colubridae, dentro de la cual ha evolucionado en dos ocasiones de forma independiente.

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Serpiente real común (Lampropeltis getula), colúbrido de los EEUU

 Aunque la mayoría de serpientes opistoglifas son inofensivas para el ser humano (ya que los colmillos se encuentran muy atrás en la boca y no suelen ser muy grandes) algunas especies pueden llegar a ser mortales como la “boomslang” (Dispholidus typus) y las culebras del género Thelotornis, ya que éstas atacan con la boca muy abierta (hasta 170 grados de apertura para poder clavar con firmeza los colmillos venenosos) y producen unas hemotoxinas muy potentes contra las cuales aún no se ha desarrollado ninguna antitoxina eficaz. Las hemotoxinas son toxinas que degradan los glóbulos rojos colapsando así el sistema circulatorio y causando necrosis en los tejidos colindantes.

PROTEROGLIFO (surcos anteriores):

En estas especies los colmillos venenosos se encuentran en la parte anterior de la boca y suelen ser bastante cortos. Por esto estas serpientes deben presionar momentáneamente al morder para inyectar suficiente cantidad de veneno.

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Cráneo de víbora de la muerte (Acanthophis sp.), animal de nombre engañoso ya que no es una víbora, sino un elàpido australiano

Este tipo de dentición es característico de la familia Elapidae que incluye a cobras y serpiente marinas. Los miembros de esta familia presentan venenos principalmente en forma de neurotoxina (toxinas que inutilizan el sistema nervioso), y se encuentran entre los más potentes de entre todos los vertebrados.

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Cobra escupidora de Mozambique (Naja mossambica)

Además, diferentes elápidos del género Naja, son conocidos como cobras escupidoras, ya que han modificado sus colmillos los cuales presentan unos orificios por donde disparan el veneno al contraer unos músculos de las glándulas venenosas.

SOLENOGLIFO (surcos en tubo):

Ésta es la forma más evolucionada y se encuentra exclusivamente en la familia Viperidae. En éstas, el maxilar se encuentra reducido y sirve de soporte a un único par de colmillos con un conducto interior, los cuales pueden llegar a medir la mitad de la longitud del cráneo.

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Cráneo de serpiente de cascabel (Crotalus sp.)

Estos colmillos se encuentran normalmente plegados contra el techo de la cavidad bucal, aunque se pueden articular respecto al resto del cráneo cuando abren la boca hasta 180 grados para morder. Esto provoca que claven los colmillos muy profundamente y que inyecten grandes cantidades de veneno, que aun no siendo tan potente como el de las serpientes proteroglifas, en grandes cantidades puede ser mortal.

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Víbora bufadora (Bitis arietans), mostrando cómo se articulan los colmillos con el cráneo

La taxonomía interna de las diferentes familias de serpientes se basa en multitud de caracteres anatómicos diferentes. La clasificación que aquí he presentado sólo hace referencia a la forma de su dentición, y no está correlacionada directamente con las relaciones evolutivas entre los diferentes grupos. Por ejemplo, dentro de la familia Colubridae (familia que incluye a dos tercios de les serpientes actuales) encontramos especies con denticiones aglifas, opistoglifas i proteroglifas. Aún así, la forma proteroglifa es característica de la familia Elapidae, en la que también evolucionó de forma independiente.

Referencias:

Se han consultado las siguientes fuentes para elaborar los contenidos de esta entrada:

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