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Parásitos: señales en nuestro camino

Los misterios sobre la evolución humana, su desarrollo y sus movimientos a lo largo de la historia siguen creando mucho interés y expectación. Aún nos quedan muchas cosas por descubrir y entender sobre las sociedades antiguas, pero gracias a la ayuda de la ciencia cada vez estamos más cerca. ¿Pueden los parásitos del pasado arrojar luz sobre esas comunidades? Vamos a descubrirlo de la mano de la paleoparasitología. 

¿QUE ES LA PALEOPARASITOLOGÍA?

Esta es una rama de la paleontología que estudia los registros parasitológicos en restos arqueológicos, es decir, estudia los parásitos o restos de éstos encontrados en yacimientos arqueológicos antiguos. El objetivo de estos estudios es dar luz sobre el origen y evolución de las enfermedades parasitarias que existen, así como determinar sus relaciones filogenéticas y su evolución a lo largo de la historia. A parte de esta información biológica, el estudio de los parásitos antiguos nos permite conocer aspectos socioculturales de las sociedades antiguas como por ejemplo sus dietas, su nivel de higiene, si eran nómadas o sedentarios, las migraciones humanas, etc.

Generalmente los materiales estudiados por la paleoparasitología son restos de tejido fosilizados, momias, fósiles, coprolitos (excrementos momificados) o sedimentos que hayan podido estar en contacto con los que fueron los hospedadores de dichos parásitos.

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Coprolitos humanos momificados. (Imagen: M. Beltrame)

Encontrar restos de un parásito en alguna de las muestras es complicado, ya que el paso del tiempo destruye todas las pruebas. Aún así, generalmente se encuentran huevos o ooquistes de los parásitos (ya que son formas de resistencia que han conseguido mantenerse a lo largo de los milenios).

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A. Huevo de piojo (Pediculus humanus) encontrada en una momia de Brasil (12.000 años de antigüedad). B. Huevo de Trichuris sp. encontrado en Cabo Vírgenes, Argentina (6000 años antigüedad). (Imagen: Araujo).

En ciertos casos, los manuscritos y dibujos de las antiguas sociedades han aportado información sobre la presencia de ciertos parásitos, como por ejemplo la cerámica que observamos a continuación, donde se representaron fielmente las lesiones que presenta una persona que sufre leishmaniasis cutánea. En la imagen contigua podemos ver un cráneo fosilizado que presenta lesiones muy parecidas.

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A. Imagen modificada de una cerámica moche que representa las lesiones (círculo rojo) producidas por la leishmaniasis. (Imagen: Oscar Anton, Pinterest) B. Cráneo momificado que muestra lesiones muy parecidas. (Imagen: Karl J. Reinhard).

LA LLEGADA AL NUEVO MUNDO: MIGRACIONES HUMANAS Y PARÁSITOS

Hace unos 150.000 años apareció en África una nueva especie de homínido: el Homo sapiens. Empezó a expandirse en diversas oleadas hacia el resto del continente, Europa y Asia, llevándose consigo algunos parásitos que habían heredado de sus antepasados (heirlooms parasites en inglés). A su vez, fueron adquiriendo a lo largo de su travesía toda una serie de parásitos gracias a las interacciones con otros humanos y animales (parásitos souvenirs).

Siguiendo los restos arqueológicos y las pistas parasitológicas que han ido dejando a lo largo de sus migraciones, se ha podido determinar las rutas seguidas por los antiguos humanos. Una de estas rutas fue la llegada al Nuevo Mundo (América). Siempre hemos creído que los primeros pobladores del continente americano llegaron por el Estrecho de Bering (que unió en algún momento mediante hielo Siberia con Alaska) hace unos 13.000 años.

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Representación de la ruta seguida por los primeros pobladores americanos por el puente del Estrecho de Bering. (Imagen: The siberian Times).

Unos parásitos muy interesantes que se pueden encontrar en los restos arqueológicos americanos son Trichuris trichiura (nematodo conocido como tricocéfalo o gusano látigo, debido a que presenta una parte muy fina y alargada) y Ancylostoma duodenale. Estos parásitos necesitan unas condiciones climáticas tropicales o subtropicales ya que los huevos son expulsados con las heces y maduran en el suelo.

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A. En la parte superior ejemplar adulto de A.duodenale (Christopher Noble) y en la parte inferior sus huevos (Imagen: Universidad Antioquia) B. En la parte superior ejemplar adulto de Trichuris trichiura (Invertebrate zoology Virtual collection) y en la parte inferior su huevo (Microbiolgia blogspot).

¿Como sobrevivieron entonces a las condiciones frías de las regiones de Siberia y Alaska en plena edad de Hielo? No pudieron. Estos parásitos no hubieran sobrevivido a aquellas duras condiciones climáticas, ya que para su maduración y transformación infectiva necesitan ambientes cálidos y húmedos. Además, no se han encontrado indicios de infecciones por estos parásitos en poblaciones árticas, como los Inuits.

Así pues los investigadores creen que la migración por el Estrecho de Bering no fue la única. Los expertos en Paleoparasitología, Adauto Aráujo y Karl J. Reinhard proponen que existieron dos rutas alternativas. Por una parte proponen una ruta costal (siguiendo la costa, ruta b en la imagen) y una ruta trans-pacífica (cruzando el océano pacífico, ruta c). Por estas rutas los parásitos hubieran podido sobrevivir y seguir infectando a los humanos.

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Rutas de la llegada del hombre a América propuestas por Aráujo y Reinhard basándose en restos paleoparasitológicos. (Imagen: Aráujo, et al. )

¿Podrían haber estado ya allí? Esta pregunta tiene una respuesta fácil. Estos parásitos intestinales son específicos del hombre, por tanto, lo necesitan para completar su ciclo vital. Si en América no había humanos, seguramente no habría este tipo de parásitos.

Otra prueba parasitológica que confirma esta teoría es la presencia de Enterobius vermicularis, conocidas popularmente como lombrices intestinales. Este parásito se relacionó por primera vez con los antepasados de Homo sapiens y a lo largo de la historia ha coevolucionado con ellos hasta dar lugar a diversas subespecies diferentes. En el continente americano se han encontrado restos de dos linajes diferentes de E. vermicularis, hecho que podría ser debido a que llegaron homínidos de diferentes lugares con parásitos diferentes. En este caso, el parásito si pudo llegar por el Estrecho de Bering, ya que su ciclo biológico no depende tan fuertemente de las condiciones ambientales.

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“Los parásitos sufren los mismos fenómenos de la evolución que los humanos y el resto de organismos, como la selección, extinción y colonización. Por eso, estos parásitos específicos del hombre son excelentes pruebas que arrojan luz sobre los movimientos de nuestros antepasados” Adauto Aráujo, 2008.

REFERENCIAS