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Las flores al plato

Aunque pueden forman parte de nuestra dieta, las flores son la parte de las plantas más poco consideradas en gastronomía. A parte de aportar un toque de color y estética a nuestros platos, las flores enriquecen nuestra alimentación con nutrientes y texturas diferentes. En este artículo hablamos sobre las flores más utilizadas en la cocina en diferentes culturas y que beneficios nos pueden aportar.

¿COMER RAÍZ, TALLO O HOJA?

Quizás no te hayas planteado nunca que parte de la planta estás ingerindo cuando comes una patata, una lechuga, un tomate o una pipa pero todos los vegetales citados son órganos diferentes de las plantas con propiedades y funciones bien diferenciadas. Las patatas, zanahorias, moniatos, mandiocas y remolachas son raízes o tubérculos y aportan muchos nutrientes a nuestra dieta. Una de las funciones de las raíces es acumular reservas para el correcto desarrollo de hojas y flores, así estos órganos constituyen un gran aporte de glúcidos con gran valor energético y también vitaminas a nuestra dieta. Por otro lado, los vegetales más verdes y crujientes de nuestra alimentación como son lechugas, espinacas y acelgas son hojas y su función en la planta es la de hacer la fotosíntesis. Su contribución en la dieta es muy beneficiosa ya que incorporan un toque fresco, con mucha fibra, vitaminas y minerales. Siguiendo nuestro recorrido por la planta continuamos por los frutos, que normalmente llamamos frutas pero a veces también se les llama verduras como es el caso de los tomates, calabacines, pimientos, berenjenas o legumbres. Los frutos incorporan nutrientes altamente ricos a nuestro organismo ya que también tienen la función de acumular nutrientes para la germinación de las semillas. Contienen fibra, azúcares, minerales y vitaminas. Por último, también consumimos muchas semillas y frutos secos, como son por ejemplo las pipas, almendras, nueces, piñones y cacahuetes. Éstos nos nutren con grasas muy beneficiosas para nuestro organismo y también aminoácidos esenciales, fibras y vitaminas.

Existen otras partes de las plantas que consumimos con menos frecuencia, aunque ¡todos los órganos se aprovechan! El tallo o tronco suele ser una parte demasiado fibrosa y dura para consumir aunque en algunas plantas se usa como especie, por ejemplo es el caso de la canela (Cinnamomum verum).

¿Y las flores? ¿Qué papel juegan en nuestra dieta? Las partes más efímeras y llamativas de las plantas se han utilizado a lo largo de la historia y las culturas para alimentarnos o ¿sus usos se limitan a la ornamentación?

COMER FLORES

De hecho, consumimos flores de forma habitual aunque quizás no nos demos cuenta. En la dieta mediterránea una de las verduras más apreciadas es una flor: la alcachofa (Cynara scolymus), la cual se consume cuando todavía no está madura y no ha desarrollado los pétalos ni el polen, si se deja madurar aparecen en la parte interna. También las alcaparras (Capparis spinosa) son botones florales que se utilizan curtidas en vinagre en la elaboración de muchos platos de raíz mediterránea. Cuando comemos brócoli o coliflor (Brassica oleracea) también estamos comiendo las flores inmaduras de estas plantas.

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Botones florales y flor abierta de la alcaparra. Fuente: PresidenciaRD vía Flickr.

Otra flor muy común en el Mediterráneo y que tiene un sabor bien especial es el junquillo (Aphyllanthes monspeliensis). Sus flores son muy dulces y es una delicia comérselas mientras se pasea por el campo. También las flores del saúco (Sambucus nigra) se utilizan para hacer unos buñuelos dulces bien aromáticos. Las flores de saúco tienen propiedades antiinflamatorias, diuréticas y antisépticas, van bien contra los resfriados, la fiebre y la bronquitis.

En otras culturas, las flores también se utilizan para aromatizar postres y dulces como en Irán y Turquía, donde se usa el agua de rosas (Rosa sp.) para confeccionar las famosas delicias turcas o lokum.

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Delicias turcas aromatizadas con rosas. Fuente: pinterest.

Otra flor que se utiliza en infusión es la flor del hibisco (Hibiscus sabdariffa). Se utilizan solamente los sépalos y normalmente se hace un té helado con propiedades diuréticas muy popular en Jamaica, pero también habitual en México u otros países de Centro América.

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Sépalos de hibiscos secados. Fuente: Commons Wikimedia.

La flor de la violeta (Viola odorata) también es muy dulce y aromática. Se utiliza para hacer unos famosos caramelos madrileños que se fabrican desde 1915 y tienen diversas propiedades calmantes. También se pueden hacer pasteles, mermeladas y helado.

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Caramelos de violeta típicos de Madrid. Fuente: morenisa.blogspot.com.

Las flores de calabacín (Cucurbita pepo), después de retirar los estambres, se usan en Italia para hacer unas pizzas bien originales. De forma parecida, en Grecia y Turquía se comen las flores de calabaza (Cucurbita maxima) rellenas o rebozadas y fritas. También se utilizan en México en la elaboración de quesadillas.

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Pizza de flores de calabacín. Fuente: Gourmand Asia.

El uso de flores no es cosa de la cocina moderna, ya griegos y romanos las comían en ensaladas, como por ejemplo la flor de malva (Malva sylvestris), con propiedades calmantes y cicatrizantes o en decocciones y infusiones para sanar.

Las flores, a parte de añadir un toque de color, textura y estética en el plato, también nos pueden aportar contrastes de sabores y es que no siempre las flores son dulces y suaves. Por ejemplo, las flores del aciano (Centaurea cyanus) y la capuchina (Tropaeolum majus), las dos comestibles, tienen un toque picante y la de la borraja (Borago officinalis) recuerda al pepino y se puede utilizar en ensaladas, sopas o bebidas. La flor del cebollino (Allium schoenoprasum) también se utiliza frecuentemente y aporta un sabor de ajo bien especial.

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Flor de la capuchina. Fuente: David Goehring vía Flickr.
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Flor de la borraja. Fuente: Commons Wikimedia.

Algunas especias vienen de flores u órganos de las flores. El azafrán (Crocus sativa) es la parte femenina (pistilo y estigma) de la flor de esta especie, que aporta color y sabor a la paella y otros platos. Su cultivo es extremadamente delicado y costoso: se necesitan 200 mil flores o 600 mil pistilos para producir 1 kg de azafrán. España es el primer productor mundial de azafrán. El clavo de olor (Syzygium aromaticum), originario de Indonesia, es de hecho el botón floral de este árbol que puede alcanzar los 12 m de altura. Por su fuerte olor, se puede utilizar como insecticida natural haciendo una infusión con agua destilada y alcohol.

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Flores de azafrán con sus característicos pistilos rojos. Fuente: Pixabay.

Quizás no todas las flores que hemos citado están al alcance de tu mano pero te animamos a incorporar flores en tus platos y a aprender un poco más sobre las plantas mientras disfrutas cocinándolas.

REFERENCIAS

Graziano, X. 2010. Almanaqueo do Campo. Panda Books, Sao Paulo, Brasil.

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Flores con turbante, la fiebre de los tulipanes

Con la llegada de la primavera muchos de vosotros habréis disfrutado de los colores tan bonitos que tienen las flores de las plantas que ya florecieron. Esta vez justamente os voy hablar de una de las flores más vistosas, sencillas, pero maravillosas que seguramente ya habréis tenido la oportunidad de observar en muchos jardines o en la naturaleza. Se trata del tulipán. Además de introduciros esta planta, en este artículo os haré una descripción más detallada de sus partes. Creo que es un buen caso para comenzar a introducir vocabulario, debido a que su estructura es bastante clara y simple. Por lo tanto, si estáis interesados en aprender un vocabulario más técnico, ahora tendréis la oportunidad. Pero, no penséis que solo hablaré de los aspectos más técnicos, porque también podréis conocer la historia los tulipanes tienen detrás, y, como veréis, estas flores causaron ¡una buena fiebre! 

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Imagen artística de diferentes tulipanes (Foto de Adriel Acosta).

 INTRODUCCIÓN

Los tulipanes (Tulipa sp.), flores que cuando se cierran tienen forma de turbante, son unas plantas muy populares y conocidas desde hace muchos siglos debido a su alto interés ornamental.

Su género está distribuido por el Asia central y occidental, por la Mediterránea y por Europa. Se sabe que su origen se encuentra en el centro de Asia y desde allí se han expandido tanto de forma natural como por acciones antrópicas. Y, aunque se conocen aproximadamente 150 especies en la naturaleza, la intervención del hombre ha aumentado mucho la lista de especies. Ocasionadas tanto por hibridación  (forzando la descendencia de dos especies de interés) como por mejora genética (seleccionando los individuos hijos que más valor tienen).

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Cultivo de tulipanes en Ámsterdam (Foto de Rob Young). 

 LA FIEBRE DE LOS TULIPANES

Como ya se ha comentado anteriormente, los tulipanes son de las plantas más utilizadas en ornamentación, tanto en decoraciones como en jardinería. Y aunque el cultivo de estas flores es bien antiguo, el boom en Europa ocurrió durante el siglo XVII. Dando pie a lo que se conoce como tulipomanía o fiebre de los tulipanes. En aquellos momentos, especialmente en los Países Bajos y en Francia, se despertó un alto interés por el cultivo de estas plantas. La fiebre fue tan grande que la gente vendía bienes de toda clase para comprar bulbos de tulipanes, llegando incluso a vender los bienes más preciados como la casa o animales de granja.

La causa de esto se originó en los Países Bajos, donde en aquellos momentos ya se vendía el bulbo de tulipán de un único color. Pero, después aparecieron los bulbos de oriente que daban pie a flores con colores jaspeados, los cuales resultaron muy atractivos. Aunque se desconocía la causa, se sabía que si se tocaban los bulbos de un único color con los bulbos de las flores jaspeadas, estos primeros se transformaban en bulbos jaspeados. Esto hizo que el precio de los tulipanes comenzara aumentar y poco después se provocó la primera burbuja especulativa de la historia.

Ahora se sabe que la causa es debida a un virus que se transmite de unos bulbos a otros; este virus se conoce como Tulip breaking virus.

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Acuarela anónima del siglo XVII de “Semper Augustus”. Representación de uno de los tulipanes más populares que se vendió a precio récord en los Países Bajos (Imagen de domino público).

CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS

 La planta

 Los tulipanes son geófitos, es decir, tienen órganos de resistencia debajo de la tierra para poder sobrevivir durante la época desfavorable, el inverno. Estos órganos son los bulbos, los cuales se han utilizado en los cultivos para conservar estas plantas.

 Sus hojas son lineales o lineal-lanceoladas, es decir, son alargadas y estrechas y acaban en pico. Tienen nerviación paralela, un nervio al lado del otro y con el mismo sentido. La disposición de las hojas suele ser en roseta basal: esto quiere decir que las hojas nacen aglomeradas en la parte baja de la planta, por encima del bulbo, y en un mismo nivel. Aunque a veces también se pueden observar algunas hojas a lo largo del tallo, las caulinares. Estas son sésiles, sin peciolo, y envuelven un poco el tallo.

Para cultivar los tulipanes, se pueden utilizar tanto los bulbos como los frutos. En este caso hablamos de cápsulas, unos frutos secos, que se abren gracias a unas valvas. Al principio las semillas están enganchadas en el interior de estas cápsulas y después se van liberando y repartiendo por el entorno.

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Tulipán (Foto de Adriel Acosta).

 Las flores

Los tulipanes aparecen en los primeros meses de la primavera, por lo tanto hacen floración primaveral. Esto es debido a que son plantas adaptadas a climas mediterráneos secos o bien a zonas frías.

Como hemos visto, las flores son solitarias o bien aparecen hasta 3 reunidas en un mismo tallo. Además, son generalmente grandes y vistosos, hermafroditas, por lo tanto, tienen órganos reproductores tanto masculinos como femeninos, y son actinomorfos, es decir, pueden ser divididos simétricamente por más de dos planos de simetría.

Estas flores constan de 3 tépalos internos y 3 externos libres entre ellos, sin estar unidos o fusionados. Hablamos de tépalos cuando los sépalos (piezas del cáliz) y los pétalos (piezas de la corola) son similares entre ellos. En este caso son tépalos petaloides, ya que adoptan colores y formas típicas de los pétalos.

En la parte interna de la flor podemos ver 6 estambres repartidos equitativamente en 2 verticilos, aunque al estar estos dos muy juntos entre ellos, parece que nazcan de un mismo punto. Y justo en el centro, rodeado por estos estambres, hay el gineceo, la parte femenina de la flor. Este gineceo consta de su ovario y de 3 estigmas unidos a este directamente. Los estigmas son la parte del órganos reproductor femenino donde tiene que llegar el polen para fecundar los ovarios.

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Partes de la flor de un tulipán: 1. Sépalo, 2. Pétalo, 3. Estambre, 4. Órgano reproductor femenino (ovario y 3 estigmas) (Foto de Adriel Acosta).

 Como habéis visto en este artículo, muchas de las flores tienen historias bien curiosas y han causado gran impacto en nuestra sociedad. Además, habéis podido observar con detalle las partes de la flor de la tulipa. Una vez más, espero que os haya gustado.

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REFERENCIAS

  • A. Aguilella & F. Puche. 2004. Diccionari de botànica. Col·leció Educació. Material. Universitat de València: pp. 500.
  • Bolòs, J. Vigo, R. M. Masalles & J. M. Ninot. 2005. Flora manual dels Països catalans. 3ed. Pòrtic Natura, Barcelona: pp. 1310.
  • Apuntes de Fanerógamas y de Fisiología Vegetal Aplicada, Grado de Biología Ambiental, UAB
  • F. Schiappacasse. Cultivo del tulipan. http://www2.inia.cl/medios/biblioteca/seriesinia/NR21768.pdf
  • Fundación para la Innovación Agraria; Ministerio de Agricultura. 2008. Resultados y Lecciones en Tulipán. Proyecto de Innovación en XII Región de Magallanes. Flores y FOllajes/ Flores de corte (11).

La vida secreta de las abejas

Lo más seguro es que, al pensar en una abeja, venga a tu mente la imagen de una colonia de insectos bien organizada, al amparo de un panal formado por celdas de cera perfectamente delimitadas y repletas de miel.

Pero la verdad es que no todas las abejas que se conocen a día de hoy se organizan en sociedades jerarquizadas ni todas ellas fabrican miel, al contrario: la mayoría de especies del mundo desarrollan hábitos de vida solitarios totalmente contrarios a la imagen clásica de la abeja de la miel tan apreciada en apicultura.

En este artículo, trataré de resumir las distintas formas de vida observadas en las abejas con el fin de arrojar un poco de luz a este asunto.

INTRODUCCIÓN

Las abejas constituyen un grupo muy diverso de insectos dentro del orden de los Himenópteros, en el cual también encontramos a las avispas y a las hormigas. A día de hoy se conocen acerca de 20.000 especies de abejas en todo el mundo, aunque se cree que podría haber muchas más sin clasificar. Su distribución es casi planetaria, pues a excepción de la Antártida se pueden encontrar en todos los continentes del mundo y en casi todos aquellos hábitats que contengan plantas con flores.

Las abejas tienen un gran interés ecológico ya que, al margen de sus distintas formas de vida, prácticamente todas viajan de flor en flor recogiendo néctar y polen para alimentarse ellas mismas y a sus larvas, lo que a su vez propicia el fenómeno de la polinización; así, su actividad contribuye a la biodiversidad floral de la zona.

Ejemplar de Apis mellifera o abeja de la miel (Foto de Leo Oses en Flickr)

Ahora bien, aunque en general compartan el hecho de alimentarse de néctar y polen, no todas las especies de abejas viven de la misma forma.

FORMAS DE VIDA DE LAS ABEJAS

ABEJAS SOLITARIAS

La mayoría de especies de abejas a escala mundial, al contrario de lo que se suele pensar, son solitarias: nacen y se desarrollan solas, se reproducen en un momento muy concreto de su vida al encontrarse grupos de machos y hembras y, finalmente, mueren solas. Algunas viven en grupos, pero en ningún caso cooperan entre ellas.

En las formas solitarias, son las hembras quienes construyen sin ayuda de otras abejas un nido generalmente formado por una o varias celdas separadas por tabiques de diferentes materiales (barro, material vegetal masticado, hojas, etc.); posteriormente, proveen estas celdas con polen y néctar (el alimento perfecto para las larvas) para, finalmente, depositar en ellas los huevos. Estos nidos, a diferencia de las tan conocidas colmenas, suelen ser muy discretos, por lo que rara vez se reconocen a simple vista.

El lugar donde las abejas solitarias construyen sus nidos es muy variable: bajo tierra, en el interior de hojas retorcidas o de caparazones de caracol vacíos o, incluso, dentro de cavidades preestablecidas (artificiales o construidas y abandonadas por otros animales).

Estas abejas no se desarrollan juntas en colmenas formando enjambres ni fabrican miel, los cuales, posiblemente, son los motivos principales por los que gozan de menos fama que la abeja de la miel o Apis mellifera, la cual sí vive en colmenas. La mayoría de estudios sobre abejas se centran en esta especie, dejando en segundo plano el estudio y protección de las formas de vida solitarias, aun siendo éstas las mayores contribuyentes a la polinización debido a su gran número y diversidad; algunas, incluso, son polinizadoras exclusivas de una única especie de planta, revelando una estrecha relación entre ambos organismos.

Existe una gran variedad de abejas solitarias de distinta morfología:

3799308298_ff9fbb1bcc_n7869021238_a811f13aa4_n1) Ejemplar de Andrena sp. (Foto de kliton hysa en Flickr). 
2) Ejemplar de Xylocopa violacea, el abejorro carpintero europeo (Foto de Nora Caracci fotomie2009 a Flickr).
3) Ejemplar de Anthidium sp. (Foto de Rosa Gambóias a Flickr).

Dentro de las abejas solitarias también existen formas parásitas: abejas que se benefician a expensas de otros insectos (e incluso de otras abejas), esto es, los hospedadores, causándoles un daño. Este es el caso del género Nomada sp., cuyas especies depositan los huevos en el interior de los nidos de otras abejas; al eclosionar, las larvas parásitas se alimentan del néctar y el polen del nido que parasitan, dejando a la abeja hospedadora sin recursos. Este tipo de parasitismo en concreto se conoce como cleptoparasitismo (klepto = robar), puesto que las larvas parásitas literalmente roban el alimento de las larvas de la especie hospedadora.

ABEJAS PSEUDOSOCIALES

Dejamos de lado las formas solitarias y, avanzando en complejidad, encontramos las formas pseudosociales: abejas que forman grupos relativamente organizados y jerarquizados pero sin llegar al nivel de formas verdaderamente sociales, como es el caso de Apis mellifera.

Posiblemente, el ejemplo más famoso es el del abejorro (Bombus sp.). Estas abejas forman colonias en las que la o las reinas (hembras fecundadas) son los únicos ejemplares que sobreviven al invierno; el resto, muere debido al frío. Gracias a ellas, las colonias vuelven a reconstruirse a la primavera siguiente.

5979114946_9d491afd84_nEjemplar de Bombus terrestris o abejorro común  (Foto de Le pot-ager "Je suis Charlie" en Flickr).

ABEJAS EUSOCIALES

Finalmente, las abejas más evolucionadas en lo que a complejidad de su estructura social se refiere son las abejas eusociales o verdaderamente sociales. El único caso reconocido hasta la fecha es el de la abeja de la miel o Apis mellifera.

Dado que el objetivo de mi artículo era desmentir el mito de que “todas las abejas forman colonias, construyen colmenas y fabrican miel”, no ahondaré más allá del hecho que estas abejas forman complejas estructuras sociales jerarquizadas (un fenómeno muy raro, también observado en termitas y hormigas) lideradas normalmente por una única reina, construyen grandes colmenas formadas por panales de cera y producen miel, un producto de gran contenido calórico muy apreciado por el ser humano.

Ejemplares de Apis mellifera sobre un panal lleno de miel (Foto de Nicolas Vereecken en Flickr).

Como se ha visto, las abejas solitarias juegan un papel de vital importancia en términos de polinización, por lo que deberían estar mucho más protegidas. En cambio, siguen siendo las abejas de la miel quienes se llevan la mayor parte de la atención debido a los recursos directos que éstas aportan al ser humano.

REFERENCIAS

  • Apuntes y memoria personales de las prácticas académicas del grado en Biología Ambiental realizadas en el curso 2013-2014 en el CREAF (Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals). Universitat Autònoma de Barcelona.
  • O’toole, C. & Raw A. (1999) Bees of the world. Ed Blandford.
  • Pfiffner L., Müller A. (2014) Wild bees and pollination. Research Institute of Organic Agriculture FiBL (Switzerland).
  • Solitary Bees (Hymenoptera). Royal Entomological Society: http://www.royensoc.co.uk/insect_info/what/solitary_bees.htm
  • Stevens, A. (2010) Predation, Herbivory, and Parasitism. Nature Education Knowledge 3(10):36

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