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Algunos insectos y otros artrópodos que no deberías confundir

A través de las redes sociales se comparten con demasiada frecuencia noticias y artículos poco contrastados o sensacionalistas sobre insectos y otros artrópodos. Muchos de estos enlaces dan información poco ajustada y generan confusión entre los usuarios aficionados, llevando a malas identificaciones, a confundir unos organismos con otros y a generar rechazo o alarmismos innecesarios.

En este artículo, te presentamos un pequeño listado de insectos y otros artrópodos que suelen confundirse y te explicamos cómo diferenciarlos. ¡Que no te den gato por liebre!

Arañas VS “Cualquier cosa que se les parezca”

Probablemente las arañas (Orden Araneae) sean de los artrópodos que más inquietudes despiertan por dos motivos: pueden picar y hay muchos organismos que se les parecen. Así pues, es bastante comprensible que la gente tenga dudas de cualquier organismo que presente ocho patas largas y cara de pocos amigos.

Sin embargo, la mayoría de organismos similares a las arañas no son venenosos ni construyen telarañas:

Opiliones: a diferencia de otros arácnidos, los opiliones (Orden Opiliones) carecen de un estrechamiento o cintura que divida su cuerpo en dos partes (prosoma y opistosoma), por lo que a simple vista parecen “una bola con patas”. Además, sólo presentan un par de ojos centrales muy cercanos entre sí. Tampoco presentan glándulas venenosas ni hileras para la síntesis de seda, por lo que no pueden picar ni construir telarañas. Son habituales en lugares húmedos, cuevas y zonas cercanas a riachuelos, así como en cultivos. Suelen confundirse con arañas de la familia Pholcidae por la longitud de sus patas.

Araña de la especie Pholcus phalangioides (Pholcidae) (Imagen de Olaf Leillinger, CC 2.5)
Opilión (Imagen de Dalavich, CC 3.0)

Solífugos: también conocidos como arañas camello, los solífugos (Orden Solifugae) son unos arácnidos tropicales algo particulares, ya que presentan el cuerpo claramente segmentado y unos grandes quelíceros proyectados hacia delante. Sin embargo, y a pesar de la amenazadora apariencia de sus quelíceros, no son venenosos (aunque su mordedura puede ser dolorosa). Tampoco construyen telarañas. Habitan lugares áridos o desérticos; muchos son nocturnos, y los diurnos se mueven activamente en busca de sombras para huir del sol (de ahí su nombre).

Araña camello o solífugo (Imagen de Swen Langel, CC 2.0).

Amblipigios: los amblipigios (Orden Amblypygy) son típicamente tropicales. A pesar de su aparente agresividad, son inofensivos dado que carecen de glándulas venenosas. Sus pedipalpos son grandes, llenos de espinas y acaban en pinza, mientras que el primer par de patas es extremadamente largo, muy fino y articulado. No construyen telarañas y son nocturnos.

Amblipigio (Imagen de José Eugenio Gómez Rodríguez en Flickr, CC 2.0)

Cochinillas de la humedad VS Milpiés

Eres un niño y estás jugando en el campo o un parque y, de repente, bajo una piedra o un tronco húmedo encuentras un pequeño animal con muchas patas y que se hace una bola al tocarlo. Seguro que a más de uno le resulta familiar esta escena.

Bicho bola o cochinilla de la humedad. Las cochinillas pertenecen al suborden Oniscidea, formado por crustáceos terrestres (Orden Isopoda). Su exoesqueleto es rígido, segmentado y calcáreo, y habitan lugares húmedos.

Armadillidium vulgare, Oniscidea (Imagen de Franco Folini, CC 2.5)

Los oniscídeos de la familia Armadillidae, como las cochinillas de la humedad, se confunden fácilmente con los Oniscomorpha, un superorden de milpiés (Subfilo Myriapoda, Clase Diplopoda) de cuerpo corto y de apariencia externa muy similar a los oniscídeos fruto de una evolución convergente. Igual que las cochinillas, también adoptan forma de bola para protegerse.

Glomeris marginata, Oniscomorpha (imagen de Stemonitis, CC 2.5).

Para diferenciarlos, basta con contar las patas que se observan por segmento: si sólo presenta un par (una a cada lado), es una cochinilla; si presenta dos pares (dos a cada lado), es un milpiés.

Abejas y avispas VS Sírfidos

En este artículo tratamos en detalle las diferencias más relevantes entre abejas y avispas (Orden Hymenoptera). En esta ocasión, os presentamos a los sírfidos (Orden Diptera, Suborden Brachycera, Familia Syrphidae), unas moscas que guardan un parecido razonable con estos himenópteros.

La similitud de los sírfidos con abejas, avispas y abejorros constituye un claro ejemplo de mimetismo batesiano, del cual hablamos ampliamente en esta entrada sobre el mimetismo animal.  En este caso, además, su mimetismo va más allá de la coloración, pues algunos imitan el vuelo y el zumbido de estos himenópteros.

Sírfido (Imagen de dominio público, CC0).
Abeja melífera (Imagen de Andy Murray en Flickr, CC 2.0)

Para diferenciarlos, basta con fijarse en los ojos, las antenas y las alas: los sírfidos, como moscas que son, presentan unos ojos muy grandes que ocupan gran parte de la cabeza, unas antenas muy cortas de ocho o menos segmentos (a veces casi inapreciables) y un solo par de alas para volar (el segundo par está reducido formando unos órganos de equilibro diminutos, los halterios), mientras que abejas y avispas presentan unos ojos más reducidos que ocupan sólo los laterales de la cabeza, unas antenas más largas, con diez o más segmentos y dos pares de alas funcionales. Además, las hembras de sírfido no presentan el abdomen terminado en aguijón, así que son inofensivas.

Mariquitas VS Pyrrhocoris apterus

Si buscáis en Internet imágenes de mariquitas, seguro que alguna vez os habéis encontrado con fotografías de este insecto:

Imagen de dominio público (CC0)

Este pequeño insecto es Pyrrhocoris apterus, muy frecuente en el Paleártico (desde Europa hasta China), y citado también en USA, América Central y en la India. Es fácil de observar sobre las malvas (Malva sylvestris), de las cuales ingiere la savia y las semillas, y normalmente aparece en grandes grupos dado su comportamiento gregario (especialmente sus formas inmaduras).

Las mariquitas son escarabajos (Orden Coleoptera) de cuerpo globoso, su alimentación es esencialmente carnívora (pulgones) y pueden volar. Su primer par de alas está endurecido (élitros) formando una especie de caparazón que esconde el segundo par de alas membranoso.

Mariquita de la especie Coccinella septempunctata (Imagen de dominio público, CC0)

En cambio, Pyrrhocoris apterus es una chinche (Orden Heteroptera) de cuerpo deprimido, fitófaga y, al contrario que las mariquitas y otras chinches, no puede volar. Además, no presentan un caparazón endurecido.

Mantis VS Mantíspidos

En esta entrada hablamos ampliamente sobre las mantis (Orden Dyctioptera), las cuales son a primera vista muy similares a este insecto:

Mantispa styriaca (Imagen de Gilles San Martin en Flickr, CC 2.0)

Este insecto pertenece a la familia de los mantíspidos (Orden Neuroptera, Familia Mantispidae), la cual está muy bien representada en países tropicales y subtropicales, y con tan sólo algunas especies conocidas de Europa. Presentan unas patas anteriores raptoras que recuerdan a las de las mantis y con las que sujetan a sus presas, las cuales suelen ser insectos de cuerpo blando.

Los neurópteros, como los mantíspidos, las crisopas o las hormigas león, presentan dos pares de alas de tamaño similar con una venación muy compleja y ramificada. En los mantodeos, en cambio, las primeras son más pequeñas y endurecidas que las segundas, las cuales son grandes y membranosas; además, no presentan una venación tan compleja.

Mantis (Imagen de Shiva shankar, CC 2.0)

Los mantíspidos de los géneros Climaciella y Entanoneura tienen una coloración y un aspecto similar a una avispa, pero son totalmente inofensivos.

Climaciella brunnea (Imagen de Judy Gallagher en Flickr, CC 2.0)

Mosquitos VS Típulas

Seguro que alguna vez has visto una especie de mosquito gigante, de varios centímetros de longitud, y te has asustado pensando en su picadura. Pues bien, no hace falta que te asustes más.

Estos grandes “mosquitos” (Orden Diptera) se conocen como típulas (Familia Tipulidae) y son totalmente inofensivas (y algo torpes). Se distribuyen por todo el mundo y suelen habitar lugares húmedos, como prados y riachuelos. En su forma adulta, se alimentan de néctar o no se alimentan (¡no succionan sangre!), y se dedican exclusivamente a la búsqueda de pareja. Las hembras presentan el abdomen con una terminación que recuerda a un aguijón, hecho que les da un aspecto amenazador; sin embargo, tan sólo se trata del ovopositor con el que realizan la puesta.

Típula (Imagen de Irene Lobato Vila)

Libélulas VS Caballitos del diablo

Ambos grupos pertenecen al Orden Odonata y tienen un aspecto y unos hábitos bastante similares, siendo frecuentes en zonas con aguas estancas o poco móviles.

Unas 2/3 partes de los Odonata son libélulas (suborden Anisoptera), mientras que casi todo el resto son caballitos del diablo (suborden Zygoptera). Una forma rápida y eficaz de diferenciarlos es mediante la observación de sus alas en reposo: en las libélulas, éstas quedan extendidas en posición horizontal con el suelo (no las pliegan), mientras que, en los caballitos del diablo, éstas quedan plegadas en posición vertical.

Por otro lado, los ojos de las libélulas son grandes y se tocan en el vértice de la cabeza, de la cual ocupan una gran superficie, mientras que los de los caballitos del diablo son más pequeños y laterales.

Libélula (Imagen de dominio público, CC0)
Caballito del diablo (Imagen de Xosema, CC 4.0)

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Si conoces más insectos u otros artrópodos que generen confusión, ¡no dudes en comentárnoslo!

Referencias

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Artrópodos venenosos y tóxicos: ¿cuáles son y en qué se diferencian?

Después de los posts sobre mamíferos, peceslagartos venenosos, desde All you need is Biology os traemos un artículo sobre artrópodos venenosos y tóxicos. Sigue leyendo para saber en qué se diferencian y cuáles generan este tipo de sustancias (y cómo lo hacen). ¡Te sorprenderá!

Animal venenoso vs tóxico

Aunque solemos usar estos términos como sinónimos, ¿significan realmente lo mismo? La respuesta es NO.

Un animal venenoso presenta órganos o elementos (colmillos, dientes, aguijones) para inocular veneno activamente con el fin de atacar o defenderse; en cambio, un animal tóxico no presenta órganos para la inoculación directa, sino que la sustancia tóxica es generada en ciertos tejidos o glándulas especializadas (o adquirida a través de la dieta) y liberada pasivamente como defensa; a veces, la toxina simplemente está presente en el cuerpo del organismo, actuando como mecanismo contra la depredación.

A pesar de estas diferencias, tanto venenos como toxinas pueden causar efectos muy similares, hecho que depende de su modo de acción, de la cantidad asimilada y de las características de la víctima. Sus efectos en humanos pueden ir desde una simple irritación o enrojecimiento de la piel (sustancias irritantes) a graves afectaciones sistémicas en caso de venenos potentes.

Artrópodos venenosos y tóxicos

Arácnidos

Los arácnidos (subfilo Cheliceromorpha) incluyen a dos de los grupos de artrópodos venenosos por excelencia: las arañas y los escorpiones. Ambos presentan órganos especializados para la inyección del veneno que usan tanto para cazar como para defenderse.

  • Arañas

Los órganos responsables de la inoculación del veneno en las arañas son los quelíceros, unos apéndices bucales propios de los queliceromorfos situados por delante de la boca que usan para agarrar el alimento. Los quelíceros de las arañas tienen asociada una glándula venenosa y terminan en forma de colmillo. Los colmillos de las arañas presentan un canal interno que finaliza en un orificio, permitiendo que el veneno procedente de las glándulas venenosas viaje a través de ellos y sea inoculado en el cuerpo de la víctima de forma similar a como lo haría una aguja hipodérmica.

Las arañas presentan la forma más evolucionada de quelíceros: los quelíceros en navaja. Cuando amenazan con picar, éstos se separan del cuerpo y los colmillos se elevan y abren como una navaja plegable. 

Detalle de los quelíceros de una araña. Imagen de dominio público (CC0) extraída de pixabay.

Entre las más venenosas para el ser humano se encuentran las arañas australianas de los géneros Atrax, Hadronyche y Illawarra (conocidas como “funnel-web spiders” por la forma de embudo de sus telarañas), cuyo veneno afecta a los canales de sodio de las células dando lugar a una liberación masiva de neurotransmisores.

“Funnel web spider”de la especie Hadronyche cerberea. ¿Te has fijado en la gota de veneno en el extremo de su quelícero?. Imagen de Alan Couch en Flickr (CC 2.0).
  • Escorpiones

El órgano inoculador en los escorpiones es el telson, una pieza situada al final del abdomen de muchos artrópodos que, en este caso, está transformado en un aparato venenoso terminado en aguijón. Igual que los quelíceros de las arañas, el telson de los escorpiones está asociado a glándulas venenosas y la inoculación del veneno tiene lugar mediante la inyección del aguijón.

Alacrán rayado de la corteza (Centruroides vittatus), una especie común en el centro de EUA y norte de México. En rojo, el telson finalizado en aguijón. Imagen de dominio público (CC0).

Los escorpiones usan el veneno para cazar, el cual suele ser rico en neurotoxinas que causan alteraciones severas en el sistema nervioso central y periférico de sus presas por disociación de los sistemas simpático y parasimpático. En humanos, el veneno puede causar desde dolor local intenso hasta arritmias cardíacas o edemas pulmonares, como en el caso de la especie india Hottentotta tamulus, considerada una de las más venenosas.

¡ALERTA!: No todos los arácnidos y grupos relacionados presentan glándulas venenosas; p. ej. opiliones, solífugos o arañas camello y amblipigios NO son venenosos.

De izquierda a derecha: opilión (imagen de Daniel Jolivet en Flickr, CC2 .0), solífugo (CC 3.0) y amblipigio (imagen de Geoff Gallice en Flickr).

Miriápodos

Los miriápodos (subfilo Myriapoda) se dividen en milpiés (clase Diplopoda) y ciempiés (clase Chilopoda), y ambos generan sustancias venenosas.

  • Milpiés

Los milpiés, caracterizados por presentar un cuerpo dividido en muchos segmentos con dos pares de patas en casi todos ellos, son esencialmente detritívoros e inofensivos. Sin embargo, generan sustancias irritantes o tóxicas (alcaloides, benzoquinonas, fenoles) como mecanismo defensivo. Estas sustancias pueden ser cáusticas, quemando el exoesqueleto de insectos depredadores o causando quemaduras en la piel y mucosas de animales más grandes.

Las toxinas de los milpiés se generan en unas glándulas situadas en cada segmento de su cuerpo conocidas como odoríferas o repugnatorias, y su liberación puede tener lugar bien por compresión del organismo (p. ej., cuando se lo van a comer) o a través de unos orificios situados en los laterales de cada segmento.

A simple vista, las glándulas, situadas en los laterales del cuerpo, son difíciles de observar. Imagen de Thomas Shahan en Flickr (CC 2.0).

CURIOSIDAD: los lémures negros de Madagascar (Eulemur macaco) recogen milpiés y, tras morderlos y estimular sus glándulas, se los frotan por todo el cuerpo para cubrirse de las sustancias que liberan, las cuales actúan como repelente de insectos.

Puedes verlo en este vídeo de National Geographic. Te recomendamos que lo veas hasta el final. ¡Te divertirá el resultado!

  • Ciempiés

Los ciempiés, cuyo cuerpo está menos segmentado y cada segmento presenta un solo par de patas, son carnívoros y venenosos. En este caso, los órganos para inocular el veneno son las forcípulas, unas pinzas muy desarrolladas derivadas de la transformación del primer par de patas que clavan en el cuerpo de las presas o de potenciales enemigos. Dichas forcípulas están ligadas a unas glándulas venenosas situadas en el tronco del individuo.

Detalle de las forcípulas de Scolopendra cingulata. Imagen de Eran Finkle (CC 3.0).

El grupo que causa más picaduras es el género Scolopendra, aunque su veneno en los humanos, si bien es algo doloroso, no genera demasiadas complicaciones clínicas.

Insectos

A pesar de su diversidad, la clase Insecta incluye pocos organismos muy tóxicos o venenosos.

Escarabajos

Algunas familias de escarabajos (orden Coleoptera), como Meloidae, Oedemeridae y Staphylinidae (géneros Paederus y Paederidus), presentan sustancias tóxicas en su hemolinfa que son liberadas por compresión de su cuerpo como mecanismo defensivo contra la depredación. En los humanos, estas toxinas causan dermatitis de diversa gravedad (abrasiones).

Estafilínido de la especie Paederus littoralis, presente en España, Franca e Italia. Imagen de Alvesgaspar (CC 4.0).

En el caso de Meloidae y Oedemeridae, la toxina es la cantaridina, mientras que en los géneros Paederus y Paederidus es la pederina, una sustancia exclusiva de las hembras de estos escarabajos y de ciertas esponjas marinas, la cual se cree sería generada por una bacteria simbionte.

Chinches

Aunque los chinches (suborden Heteroptera) son más famosos por su papel como vectores de enfermedades, también son causa de dermatitis en humanos (p. ej. familia Pentatomidae, por compresión del insecto y liberación de sustancias cáusticas e irritantes como defensa) y de lesiones por picaduras acompañadas de la liberación de encimas salivales (p. ej. familia Belostomatidae, que usan para cazar y disolver a sus presas).

Ejemplar de Belostomatidae. Aunque no son propiamente venenosos, sus encimas salivarales pueden dar pequeños sustos. Imagen de dominio público (CC0).

Himenópteros

Muchas avispas, abejas y hormigas (orden Hymenoptera) generan sustancias tóxicas o venenosas como método defensivo. Las hembras de una gran mayoría de himenópteros han desarrollado un aguijón al final del abdomen resultado de la evolución del ovopositor (infraorden Aculeata); sin embargo, también los hay que inyectan estas sustancias mediante mordeduras.

Las hormigas (familia Formicidae) atacan generalmente mediante mordeduras, y algunas especies, como las hormigas de fuego (Solenopsis spp.) o las hormigas bala (Paraponera spp., Dinoponera spp.), también mediante picaduras de su aguijón. Entre las sustancias más conocidas está el ácido fórmico, exclusivo de la subfamilia Formicinae, mientras que las hormigas de fuego inyectan alcaloides del grupo de las piperidinas. La picadura de las hormigas bala, localizadas en Centro y Sudamérica, es considerada la más dolorosa entre los insectos según el Índice Schmidt (similar a una herida por arma de fuego), aunque no suele ser mortal en humanos.

Hormiga roja de la especie Solenopsis invicta (izquierda, imagen de dominio público (CC0)) y hormiga bala de la especie Paraponera clavata (derecha, imagen de April Nobile / © AntWeb.org / CC BY-SA 3.0).

Las hembras de la mayoría de avispas dentro de Aculeata y de las abejas presentan aguijón. Su veneno suele ser rico en fosfolipasas, y en humanos su efecto va desde hinchazones a reacciones anafilácticas graves (en casos de hipersensibilidad o por número masivo de picaduras, como ha ocurrido alguna vez con la “abeja asesina” en América). La picadura de la avispa caza tarántulas (Pepsis formosa), de México y el sur de EUA, es considerada la segunda más dolorosa después de la de la hormiga bala.

Pepsis formosa, una especie de avispa caza tarántulas. Por el nombre, os podéis hacer una idea de su tamaño… Imagen de dominio público (CC0).

Mariposas y polillas

Muchas mariposas y polillas (orden Lepidoptera), ya sea en su fase larvaria, adulta o en ambas, resultan tóxicas para otros organismos como mecanismo contra la depredación.

Las orugas de numerosas especies presentan pelos urticantes que causan irritaciones e inflamaciones en humanos (erucismo), como la de la procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa), una plaga muy extendida en el sur de Europa y de América.

Nido de orugas de procesionaria en un pino. Imagen de John H. Ghent (CC 3.0).

Por otro lado, los adultos de algunas especies, como los de la mariposa monarca (Danaus plexippus) o los de las zigenas (como Zygaena spp.), ambos de colores muy llamativos (aposematismo, un tipo de mimetismo), presentan sustancias tóxicas en sus tejidos contra depredadores; en el caso de la mariposa monarca, las adquieren por ingestión de plantas tóxicas del género Asclepias.

Adulto de Zygaena transalpina. Imagen de gailhampshire (CC 2.0).

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¿Te ha parecido interesante? ¿Conoces algún otro artrópodo venenoso o tóxico digno de mención? ¡No dudes en dejar tus aportaciones y preguntas en los comentarios!

Referencias

La imagen de portada es de dominio público (CC0) y fue obtenida a través de Pixabay.

¡Migración en peligro! La mariposa monarca desaparece

Por lo general, tendemos a asociar los fenómenos migratorios a organismos complejos (grandes mamíferos y aves). Pero, como en todo, siempre hay excepciones a la regla: las poblaciones norteamericanas de la mariposa monarca (Danaus plexippus) emprenden cada año un viaje de casi 5000km (¡más que algunos grandes animales!) con el fin de alcanzar sus zonas de hibernación, en las que se aglomeran miles de ejemplares. Desgraciadamente, los fenómenos migratorios dependen de muchos factores que se encuentran vulnerados en la actualidad debido a la presión antrópica, por lo que el futuro de estas poblaciones y de sus migraciones se encuentra en peligro.

En este artículo, veremos algunos de los aspectos más curiosos de la biología de estos organismos, las causas que podrían estar comprometiendo a sus poblaciones y las consecuencias que esto acarrearía.

INTRODUCCIÓN

La mariposa monarca (Danaus plexippus) es un lepidóptero de la familia Nymphalidae. Es, posiblemente, una de las mariposas más conocidas de Norte América, ya que sus poblaciones realizan cada otoño una migración de casi 5000km desde el Norte de EEUU y Canadá hacia la costa de California y México, donde pasan el invierno. Es, con diferencia, el insecto que lleva a cabo la migración más extensa y numerosa de todos.

Ejemplar de mariposa monarca (Danaus plexippus) con su patrón de coloración típico: blanco, negro y naranja (Foto de Peter Miller en Flickr, Creative Commons).

Aunque las más conocidas de todas son las poblaciones norteamericanas debido a sus migraciones, existen poblaciones en varias islas del Atlántico (Islas Canarias, Azores y Madeira) y, ocasionalmente, también como migrantes transoceánicos que alcanzan Europa Occidental (Islas británicas y España). Además, también fueron introducidas en Nueva Zelanda y Australia durante el siglo XIX.

CICLO DE VIDA

El ciclo vital de esta especie es muy singular. Para empezar, se trata de una mariposa especialista: realiza las puestas exclusivamente en plantas del género Asclepias o algodoncillos, y las orugas que nacen de ellas (de rayas blancas, negras y amarillas) se alimentan únicamente de esta planta. Esto es especialmente importante debido a que dichas plantas contienen glicósidos cardíacos que la oruga va asimilando, adquiriendo así un sabor desagradable para los depredadores que se conservará en la etapa adulta.

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Oruga de mariposa monarca (Foto de Lisa Brown en Flickr, Creative Commons).

Una vez completada la fase de oruga, tiene lugar la metamorfosis, tras las cual surgen los adultos con su característico patrón de colores. Los colores llamativos tanto de las orugas como de los adultos esconden una función comunicativa: se trata de un mecanismo para alertar de su toxicidad, lo que en términos científicos se conoce como aposematismo o mimetismo aposemático, hecho bastante frecuente en muchos otros grupos de animales (incluso en los mamíferos).

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Fases de la metamorfosis de la mariposa monarca (Foto de Steve Greer Photography).

La fase adulta también destaca por sus peculiaridades: durante la época reproductiva (abril-agosto), se producen varias generaciones de adultos, los cuales tienen una esperanza de vida de unas pocas semanas. Entonces ocurre algo sorprendente: la generación nacida a finales de agosto, momento en que las temperaturas empiezan a descender y los días se hacen más cortos, pausa su capacidad reproductiva dejando sus órganos sexuales sin desarrollar (fenómeno conocido como diapausa reproductiva) y destina todos sus recursos a alargar su esperanza de vida hasta los 9 meses de edad. Esta generación es conocida como “generación Matusalén” debido a su longevidad.

Este aumento de la longevidad esconde un significado vital, pues serán éstas mariposas las que realizarán la migración para alcanzar las zonas de hibernación (costa de California y México) y, una vez finalizado el invierno, volverán de nuevo al norte de EEUU y Canadá.

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Cientos de mariposas monarca volando en el Santuario el Rosario (México) (Foto de Luna sin estrellas en Flickr, Creative Commons).

UNA ODISEA DE IDA Y VUELTA: LA GRAN MIGRACIÓN

La mariposa monarca no se encuentra exclusivamente en Norteamérica, mas no se ha registrado un fenómeno migratorio tan espectacular de esta especie en ninguno de los otros lugares donde reside. Esto se cree que es debido a la enorme expansión que sufrieron los algodoncillos (planta de la cual se alimentan) por todo el territorio, lo que permitió a las mariposas expandirse hacia el sur.

¿QUÉ LUGARES VISITA?

Las migraciones siempre esconden matices. En el caso de la mariposa monarca, la migración hacia el sur está dividida en dos grandes migraciones simultáneas:

  • La migración del este, formada por aquellas mariposas que viajan desde el este de las Montañas Rocosas, sur de Canadá y gran parte de EEUU hacia el centro de México (hasta un 90% del total de mariposas monarca norteamericanas).
  • La migración del oeste, que incluye aquellas mariposas que viajan desde el oeste de las Montañas Rocosas, sur de Canadá y una pequeña parte de EEUU hacia distintos lugares de hibernación a lo largo de la costa de California (constituyen el 10% restante de la población).
Rutas migratorias de la mariposa monarca en Norteamérica (ida y vuelta) (Fuentes: Monarchwatch.org y Monarch Alert).

Una vez en las zonas de hibernación, las mariposas no se reproducen, sino que entran en un estado letárgico hasta la primavera siguiente, momento en el que se vuelven activas sexualmente, copulan y emprenden el viaje de regreso al norte. Así, es muy habitual encontrarlas formando grandes aglomeraciones sobre árboles durante el invierno.

Miles de mariposas monarca aglomeradas sobre la vegetación de los bosques en sus zonas de hibernación (Foto de Carlos Adampol Galindo en Flickr, Creative Commons).

FIGURAS DE PROTECCIÓN

Allí por donde pasa, la mariposa monarca se encuentra amparada por numerosas figuras de protección.

Una de las más importantes es la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca (Estado de México), la cual fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008.

Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca (Foto de Michelle Tribe en Flickr, Creative Commons).

Y no es de extrañar que se encuentre tan protegida: a parte de ser un espectáculo impresionante, se trata de organismos con un papel polinizador muy relevante debido a su amplio rango de dispersión, hecho que es vital tanto para mantener la riqueza floral salvaje como para el buen desarrollo de los cultivos de Norte América.

¡LA “REINA” ESTÁ EN PELIGRO!

A pesar de los esfuerzos por protegerla, el fenómeno migratorio de la mariposa monarca norteamericana podría verse comprometido por la presión antrópica, lo que podría poner en peligro el futuro de estas poblaciones.

Según datos recientes proporcionados por la WWF, la superficie ocupada por las mariposas en las zonas de hibernación ha disminuido un 94% en 10 años, pasando de 27,48 acres ocupadas en 2003 a tan sólo 1,65 acres en 2013, la cifra más pequeña desde hace 20 años.

Reducción de la superficie ocupada por las mariposas monarca en las zonas de hibernación (Datos de la WWF).

Si bien es cierto que, de forma natural, la superficie ocupada por las mariposas en las zonas de hibernación siempre ha fluctuado año tras año, hasta ahora no se había registrado un descenso tan acusado y sin recuperación de estos valores. Por lo tanto, las mariposas están dejando de viajar tan al sur.

Área total ocupada por las mariposas en las zonas de hibernación desde 1993 hasta 2013 (WWF-Telcel-CONANP).

Estos fenómenos de recesión se han registrado también en otras especies de mariposas alrededor del mundo, por lo que debe existir algún factor en común que esté afectando a sus poblaciones.

¿QUÉ PODRÍA ESTAR CAUSANDO ESTA RECESIÓN?

Según la WWF, las causas que podrían estar comprometiendo la migración de las monarcas son:

  • La reducción del área de dispersión de los algodoncillos (Asclepias spp.): las orugas se alimentan exclusivamente de estas plantas, de las cuales adquieren su toxicidad. Sin embargo, el uso de ciertos herbicidas y los cambios en los regímenes de lluvias podrían estar limitando su rango en buena parte de Norteamérica, limitando así su fuente de alimentación.
  • La deforestación: la tala masiva de árboles y la desertización estarían reduciendo sus hábitats de hibernación.
  • Clima extremo: los efectos del cambio global, como la acentuación de las diferencias de temperatura norte-sud y los cambios en los regímenes de lluvias dificultarían las supervivencia de los adultos más allá de unas pocas semanas, impidiendo las migraciones.

¿QUÉ SE HACE ACTUALMENTE POR AYUDARLA?

Danaus plexippus es una especie con un papel polinizador muy importante, por lo que existe (o debería existir) un enorme interés por conservarla en todo su rango de dispersión.

Actualmente, la mayoría de figuras de protección de Norteamérica están poniendo todos sus esfuerzos para mejorar las condiciones de sus hábitats. Entre ellas, la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca de México junto a la WWF trata de restaurar los bosques de las zonas de hibernación y de promover un turismo sostenible (para saber más sobre las acciones que se están llevando a cabo, entra en este link).

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El caso de la mariposa monarca no es un hecho aislado: a día de hoy muchas especies con un rango amplio de dispersión ven comprometidas sus poblaciones y sus fenómenos de migración debido al impacto de distintos fenómenos, los cuales, por más que nos pese, suelen estar causados por el ser humano. Aún hay mucho trabajo por hacer, y depende de todos.

REFERENCIAS

Imagen de portada por Carlos Adampol Galindo en Flickr.

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