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¿Por qué juegan los animales?

Que lo animales “juegan” es algo que casi todos sabemos. Pero, ¿te has preguntado alguna vez qué objetivo o sentido tiene el juego para ellos? ¿Todos los animales juegan? ¿Lo hacen sólo los jóvenes?

Sigue leyendo para descubrirlo. ¡Porque jugar es algo muy animal!

Si habéis tenido alguna vez una mascota, os habréis dado cuenta de que no sois los únicos a los que les gusta jugar. Aunque la concepción de juego que tienen ellos no es exactamente la misma que la tenemos los seres humanos, el origen y los objetivos sí parecen estar muy relacionados. Pero primero, vamos a definir qué es el “juego”.

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Dos perros (Samson y Dora) jugando (Foto de Ben Askins en Flickr, CC)

¿Qué es el “juego”?

Según la psicología y la etología (estudio del comportamiento animal), el juego se define como un conjunto de actividades voluntarias motivadas internamente (espontáneas), normalmente asociadas con el placer y el disfrute lúdicos, las cuales no incrementan inmediata ni directamente la supervivencia (o fitness) del organismo.

Dada su complejidad, el juego se considera una actividad prácticamente exclusiva de los mamíferos (casi un 80% de ellos juega), cuyo sistema nervioso se encuentra mucho más desarrollado que el de otros organismos superiores. Aunque menos frecuente, también aparece en algunas aves y no se descarta su existencia en otros grupos, como los reptiles, los anfibios y los peces, en los que se han observado comportamientos rudimentarios que recuerdan a juegos (sobretodo en cautividad).

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Aunque poco frecuentes, algunos estudios sugieren que ciertos reptiles (como algunos cocodrilos e iguanas) juegan con objetos, sobre todo en cautividad (Foto de Rex Features).

Por otro lado, siempre se ha considerado el juego como una actividad exclusiva de los organismos jóvenes. Pero lo cierto es que en muchos grupos de animales, y especialmente en los primates (y sobre todo, en los humanos), el juego es algo que se extiende a la edad adulta. Veremos más adelante las explicaciones que existen al respecto.

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Los adultos de muchos animales (como nosotros, los humanos) siguen jugando en su etapa adulta. ¿Por qué? (Foto de Jorge Royan, CC)

Pero, ¿qué diferencia el juego de cualquier otra acción típica, como la exploración del entorno o de los objetos que el animal encuentra a su alrededor? Su creatividad. Por lo general, un animal que juega trata de manipular los objetos con los que juega o de realizar nuevas combinaciones de movimientos dentro de un entorno controlado; es decir, su resultado no tiene por objetivo mejorar su supervivencia directamente, sino conocer sus límites y ver qué es capaz de hacer. Por lo tanto, lo que diferencia muchas veces el “juego” de un comportamiento o conducta propio de un organismo es, esencialmente, el contexto y la existencia de límites y/o normas.

Así, por ejemplo, morder se considera una conducta agresiva, a no ser que se haga en un entorno lúdico y dentro de unos límites. ¡Un gruñido les bastará a los pequeños lobos para dejar claro al contrincante que se está pasando de la raya!

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Crías de coyote de la especie Canis latrans mearnsi (Foto de g’pa bill, CC)

Tipos de juegos y su función

Los juegos son muy variados y tienen diferentes objetivos según el contexto: su finalidad en etapas prematuras del desarrollo es muy distinta de la de los que se llevan a cabo en la juventud o en la adultez, a la vez que pueden llevarse a cabo en solitario o bien junto a otros compañeros, hecho que añade complejidad a la actividad.

Juegos materno-filiales

En los primeros meses de vida, el establecimiento de vínculos emocionales entre la madre y sus crías es esencial para el desarrollo cognitivo y emocional de éstas. Aunque muy rudimentarios, muchos de los gestos o acciones que la madre y su cría mantienen (cosquillas, vocalizaciones, miradas) se pueden considerar juegos que ayudan a la cría a reaccionar y desarrollarse.

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Madre de chimpancé con su cría (Foto de derekkeats, CC)

En los chimpancés, las madres tocan y hacen cosquillas cuidadosamente a sus crías al nacer, y éstas empiezan a responder pasados unos 6 meses. La primatóloga Jane Goodall descubrió que las madres de chimpancé dejaban que otras crías se acercaran a interactuar y jugar con la suya pasados estos 6 meses, hecho que se iniciaba mediante vocalizaciones y pisotones al suelo.

Juegos corporales y de movimiento

Saltar, correr, estirar el cuerpo o vocalizar (p.ej. cantar o gruñir) pueden ser actividades muy beneficiosas. Los juegos corporales permiten al organismo descubrir los límites de su propio cuerpo y del mundo que lo rodea (¿Hasta dónde soy capaz de saltar? ¿Qué efecto tiene la gravedad sobre mí? ¿Soy lo suficiente flexible como para estirarme y llegar a otra rama?).

Su ejecución se considera que produce diversión, estructura el cerebro y ayuda a ganar seguridad.

Juegos con objetos

El uso de objetos en los juegos es algo recurrente en los primates, pero otros animales también recurren a ellos. El objeto adquiere unas características propias y únicas para el organismo, que lo usa para divertirse. Distintos estudios han observado que, cuanto mayor es el grado de manipulación que el animal realiza sobre el objeto (ya sea físicamente o en el uso que éste le da), mayor es la riqueza de circuitos cerebrales que se establecen.

Los delfines, por ejemplo, se divierten creando anillos de burbujas, como vemos en el siguiente vídeo (Canal de cyberchiwas, en Youtube):

La manipulación y uso de objetos en el juego está muy correlacionada con la capacidad que adquieren posteriormente los adultos para solucionar problemas de forma eficaz.

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Oso polar jugando con una rueda (Foto de Norbert Rosing)
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Los expertos aseguran que los cuervos son pájaros muy inteligentes a los que les gusta retarse mediante juegos (Foto de Jens Buddrich).

Juegos sociales

Jugar con amigos siempre es más divertido. Pero de lo que muchas veces no somos conscientes es de lo importante que es jugar con otros organismos de nuestra especie para el desarrollo de habilidades y conductas.

Muchos juegos sociales permiten desarrollar la capacidad para relacionarse de forma sana y correcta con otros organismos (interacción) mediante el establecimiento de normas. Al mismo tiempo, en muchos organismos (ya sean lobos, primates o ciervos; carnívoros u herbívoros) el juego social los prepara para afrontar situaciones que se darán en la etapa adulta, pero con la seguridad de poder equivocarse y empezar de nuevo: peleas, mordiscos, pruebas de fuerza son sólo algunos ejemplos.

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Ciervos jóvenes jugando (Foto de dominio público)

Muchos animales en cautividad que no tienen con quién jugar o que lo hacen en unas condiciones poco naturales, posteriormente se ven incapacitados para establecer relaciones sanas con otros organismos de su especie y para vivir en su hábitat original (para saber más sobre la cautividad, puedes leer los artículos de Marc y Mireia sobre la cautividad en mamíferos marinos y la cautividad en los primates).

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Los animales en cautividad lo tienen más dificil para desarrollar comportamientos sociales sanos con otros de su especie (Foto de Александр Осипов en Flickr, CC).

Juegos imaginativos, narrativos y creativos

De entre todos los animales, los primates son, sin duda, los más jugones. O, al menos, los que han desarrollado formas más complejas de juego.

Los juegos imaginativos (capacidad para crear un universo imaginario con un sentido único), narrativos (desarrollo de una historia con hilo conductor) o creativos (pintura, música, escultura) son algunas expresiones del juego más complejas que existen, y su máxima expresión se da en los humanos. Según algunas hipótesis, la fantasía podría haber sido la clave que hizo posible el lenguaje y la inteligencia en los homínidos.

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El juego narrativo es una de las formas más complejas de juego (Foto de dominio público).

Jugar rejuvenece nuestra mente

¿Quién dijo que jugar era para niños?

Aunque siempre se ha asociado el juego con las etapas juveniles, nada queda más lejos de la realidad. Si bien no se conoce demasiado bien su función, muchos animales continúan jugando durante la adultez. Hay quien asegura que el juego en los adultos es una manera de distracción de las presiones y la tensión a los que son sometidos diariamente, una forma de evadir la realidad por un instante y relajar la mente.

Pero no sólo los primates juegan cuando crecen: las nutrias, por ejemplo, tienen sus propios lugares de esparcimiento en laderas empinadas que usan como toboganes para tirarse al agua. También se ha observado como algunos leones marinos adultos juegan con estrellas de mar, o como los cuervos se deslizan bocarriba sobre placas de hielo sin ningún motivo aparente relacionado con su supervivencia inmediata.

¡Mira cómo se divierten estos cuervos! (Vídeo de ARKIVE, BBC; Haz click en la imagen para ir al vídeo):

ARKive video - Ravens playing in snow.          .         .

Jugando aprendemos, nos relejamos y nos divertimos. Jugar nos ayuda a estar más sanos, a conocernos a nosotros mismos y a mantener relaciones sanas con los que nos rodean y con nuestro entorno. Evolutivamente, se considera una actividad esencial para el desarrollo de muchos organismos. Después de esto, ¿Necesitas más motivos para seguir jugando?

REFERENCIAS

Foto de portada propiedad de Ellen van Deelen.

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