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Las plantas y el cambio climático

Desde hace unos cuantos años hemos oído hablar del cambio climático. Hoy en día ya es una evidencia y también una preocupación. No solo nos afecta a nosotros, a los humanos, sino también a toda la vida. Se ha hablado bastante del calentamiento global, pero quizá no se haya hecho tanta transmisión de lo que sucede con la vegetación. Son muchas cosas las que se ven afectadas por el cambio climático y la vegetación también es una de ellas. Además, los cambios producidos en esta también nos afectan a nosotros. Pero, ¿cuáles son estos cambios?, ¿cómo los puede regular la vegetación? Y, ¿cómo podemos ayudar a mitigarlos a través de esta?

CAMBIOS EN LA VEGETACIÓN

Distribución de los biomas

En general, debido al cambio climático se espera un incremento de las precipitaciones en algunas partes del planeta, mientras que en otras se espera un descenso. También se denota un incremento global de la temperatura. Esto conlleva a un desplazamiento en la localización de los biomas, las grandes unidades de vegetación (por ejemplo: selvas, bosques tropicales, tundras, etc.).

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Triangulo de los biomas según altitud, latitud y humedad (Imagen de Peter Halasaz).

Por otro lado, existe una tendencia al aumento de la distribución de especies en los rangos septentrionales (altas latitudes) y un detrimento en regiones meridionales (baja latitud). Esto conlleva graves problemas asociados; el cambio en la distribución de las especies afecta a su conservación y a su diversidad genética. En consecuencia, las poblaciones situadas en los márgenes meridionales, que han estado consideradas muy importantes para la conservación a largo plazo de la diversidad genética y por su potencial evolutivo, se ven en peligro por esta perdida. Y, en cambio, los rangos septentrionales se verían afectados por la llegada de otras especies competidoras que podrían desplazar a las ya presentes, siendo pues invasoras.

Distribución de las especies

Dentro del escenario del cambio climático, las especies tienen una cierta capacidad para reajustar su distribución y para adaptarse a este.

Pero, ¿qué tipo de especies podrían estar respondiendo más rápidamente a este cambio? Se deduce que aquellas con un ciclo de vida más rápido y una capacidad de dispersión mayor serán las que muestren mayor adaptación y respondan mejor. Esto podría conllevar a una pérdida de las plantas con ritmos más lentos.

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La cardota (Galactites tomentosa) una planta de ciclo rápido y con gran dispersión (Imagen de Ghislain118).

Un factor que facilita el reajuste en la distribución es la presencia de corredores naturales: estos son partes del territorio geográfico que permiten la conectividad y desplazamiento de especies de un lado a otro. Son importantes para evitar que estas queden aisladas y puedan desplazarse hacia nuevas regiones.

Otro factor es el gradiente altitudinal, el cual proporciona muchos refugios para las especies, facilita la presencia de corredores y permite la redistribución de las especies en altitud. Por lo tanto, en aquellos territorios dónde haya mayor rango altitudinal se verá favorecida la conservación.

En resumen, la capacidad de las especies para hacer frente al cambio climático depende de las características propias de la especie y de las del territorio. Y, por el contrario, la vulnerabilidad de las especies al cambio climático se produce cuando la velocidad que estas presentan para poder desplazar su distribución o adaptarse es menor a la velocidad del cambio climático.

A nivel interno

El cambio climático también afecta a la planta como organismo, ya que le produce cambios en su metabolismo y en su fenología (ritmos periódicos o estacionales de la planta).

Uno de los efectos que empujan a este cambio climático es el incremento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmosfera. Esto podría producir un fenómeno de fertilización de la vegetación. Con el aumento de CO2 en la atmosfera se incrementa también la captación de este por las plantas, aumentando así la fotosíntesis y permitiendo una mayor asimilación. Esto, pero, no son todo ventajas, porque para ello se produce una pérdida de agua importante, debido a que los estomas (estructuras que permiten el intercambio de gases y la transpiración) permanecen largo tiempo abiertos para incorporar este CO2. Por lo tanto, hay efectos contrapuestos y la fertilización dependerá de la planta en sí, como también del clima de ese lugar. Muchos estudios han demostrado que diversas plantas reaccionan diferente a este incremento del CO2, ya que el compuesto afecta a varios procesos fisiológicos y por lo tanto las respuestas no son únicas. Por lo tanto, nos encontramos con un factor que altera el metabolismo de las plantas y que no se puede predecir cómo serán sus efectos sobre ellas. Además, este efecto fertilizante está limitado por la cantidad de nutrientes presentes y sin ellos la producción se frena.

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Proceso de fotosíntesis (Imagen de At09kg).

Por otro lado, no debemos olvidar que el cambio climático también altera el régimen estacional (las estaciones del año) y que esto afecta al ritmo de la vegetación, a su fenología. Esto puede tener repercusiones incluso a escala global; por ejemplo, podría producir un desajuste en la producción de plantas cultivadas para la alimentación.

PLANTAS COMO REGULADORAS DEL CLIMA

Aunque no se puede hablar de las plantas como reguladoras del clima global, está claro que hay una relación entre el clima y la vegetación. Sin embargo, esta relación es un tanto complicada porque la vegetación tiene tanto efectos de enfriamiento como de calentamiento del clima.

La vegetación disminuye el albedo; los colores oscuros absorben más la radiación solar y por lo tanto se refleja menos luz solar hacía el exterior. Además, al ser organismos de superficie rugosa se aumenta la absorción. En consecuencia, cuanta más vegetación, la temperatura local (calor transferido) aumenta más.

Pero, por otro lado, al aumentar la vegetación hay más evapotranspiración (conjunto de la evaporación de agua de una superficie y la transpiración a través de la plantas). De manera que el calor se gasta en pasar el agua líquida a gaseosa, lo que conlleva a un enfriamiento. Además, la evapotranspiración también ayuda aumentar las precipitaciones locales.

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Efectos biofísicos de diferentes usos del suelo y su acción sobre el clima local. (Imagen de Jackson et al. 2008. Environmental Research Letters.3: article 0440066).

Por lo tanto es un efecto ambiguo y en determinados ambientes pesa más el efecto de enfriamiento, mientras que en otros tiene más relevancia el de calentamiento.

MITIGACIÓN

Hoy en día hay varias propuestas para reducir el cambio climático, pero ¿cómo pueden ayudar las plantas?

Las comunidades vegetales pueden actuar como sumideros, reservas de carbono, ya que a través de la asimilación de COayudan a compensar las emisiones. Un manejo adecuado de los ecosistemas agrarios y los bosques puede ayudar a la captación y almacenamiento del carbono. Por otro lado, si se lograra reducir la deforestación y aumentar la protección de hábitats naturales y bosques, se reducirían las emisiones y se estimularía este efecto sumidero. Aun así, existe el riesgo de que estos sumideros puedan convertirse en fuentes de emisión; por ejemplo, debido a incendios.

Finalmente, presentar los biocombustibles: estos, a diferencia de los combustibles fósiles (como el petróleo), son recursos renovables, ya que se trata de cultivos de plantas destinados al uso como combustibles. Aunque no logran retirar CO2 de la atmosfera ni reducen emisiones de carbono, evitan el incremento de este en la atmosfera. Por este motivo no llegaría a ser una medida del todo mitigadora, pero mantienen el balance de emisión y captación neutro. El problema es que pueden generar efectos colaterales a nivel social y ambiental, como el incremento de precios de otros cultivos o la deforestación para instaurar estos cultivos, cosa que no debería suceder.

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Cultivo de caña de azucar (Saccharum officinarum) en Brasil para producir biocombustible (Imagen de Mariordo).

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REFERENCIAS

 

¿Quiénes son los homínidos?

El artículo de hoy está dedicado a los primates. Conoceremos algunas de sus principales características, como se clasifican las especies actuales y descubriremos quiénes son los homínidos y los homininos.

CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LOS PRIMATES

Los primates son un orden de mamíferos placentarios que apareció hace casi 65 millones de años en la selva lluviosa tropical. Actualmente existen más de 400 especies vivas, la mayoría de vida arborícola. Dado que no hay un rasgo único que los defina, son difíciles de clasificar; se deben considerar pues todo un conjunto de características, de las cuales destacan:

  • Sistema visual complejo: con los ojos situados de manera frontal, su visión es estereoscópica, lo que les permite percibir la distancia y profundidad con gran precisión. La mayoría de especies ven en color.
  • Alta movilidad del hombro: facilita el movimiento del brazo en todas direcciones.
  • Manos y pies: tienen cinco dedos y el pulgar oponible (al menos en las manos) lo que les permite coger y manipular objetos con precisión. Aunque algunos tienen garras, la mayoría tienen uñas planas y todos (excepto algunos orangutanes) tienen una uña plana en el dedo gordo del pie.
  • Torso y cola: varios primates reposan y se desplazan con el torso erecto. Excepto los simios, poseen una cola en algunos casos prensil, que utilizan como una quinta extremidad.
  • Tamaño del cerebro: además de algunas especies de ballenas dentadas, los primates superiores tienen, en relación al cuerpo, el cerebro más grande de todos los mamíferos.
  • Organización social: sólo orangutanes, algunos lémures y gálagos son solitarios, el resto de primates se organizan en grupos sociales complejos.

Gorila comiendo (Gorilla sp.) donde se aprecian algunas de las características descritas (Foto: pixabay.com)

Gorila comiendo (Gorilla sp.) donde se aprecian algunas de las características descritas (Foto: pixabay.com)

CLASIFICACIÓN

Hasta hace poco las relaciones entre diferentes grupos de primates no han sido claras, así que habitualmente algunos términos llevan a confusión o se utilizan de manera indistinta de manera popular (monos, simios …). La cladística moderna clasifica los primates en dos subórdenes, los Haplorrinos (primates de nariz seca“) y los Estrepsirrinos (primates de nariz mojada“). Una posible clasificación sería la siguiente:

Taxonomía del orden primates. Credo por Mireia Querol basado en una imagen de humanorigins.si.edu

Tradicionalmente los primates se clasifican en tres grupos: prosimios, monos y simios.

PROSIMIOS

Los prosimios son el grupo más antiguo de primates. Se distribuyen por el sureste asiático e islas marginales de África. Comprenden los lemures, loris, gálagos, potos, indris, el aye-aye y los tarseros. Tienen en común las siguientes características:

  • Garras en lugar de uñas (tienen al menos una uña)
  • Hocico largo con nariz húmeda. Son los primates con mayor sentido del olfato
  • Mayor orientación lateral de los ojos que el resto de primates Éstos son grandes y tienen buena visión nocturna
  • Pabellones auditivos móviles
  • Menor proporción cerebral de los primates

    Aye-aye (Daubentonia madagascariensis). (Foto: Frans Lanting)
    Aye-aye (Daubentonia madagascariensis). (Foto: Frans Lanting)

Tarsero de Filipinas (Foto: Kok Leng Yeo)
Tarsero de Filipinas (Carlito syrichta). (Foto: Kok Leng Yeo)

MONOS DEL NUEVO Y VIEJO MUNDO

Los monos del Nuevo Mundo se distribuyen por América Central y del Sur. Tienen la cola larga, frecuentemente prensil. El hocico es plano y las narinas laterales. Son totalmente arborícolas. Los representantes más conocidos son los titís, el mono araña, los capuchinos, y los sakí.

Sakí cariblanco macho (Pithecia pithecia). (Foto: Charles Miller).
Sakí cariblanco macho (Pithecia pithecia). (Foto: Charles Miller).

Los monos del Viejo Mundo se distribuyen por África y Asia. Suelen tener un tamaño superior a los del Nuevo Mundo. Las narinas están orientadas hacia abajo o hacia delante y comprenden una gran diversidad de especies, como los macacos, papiones, mandriles, mangabeis, driles, colobos, narigudos, langures

Langur dorado (Trachypithecus geei). (Foto: Wikimedia).
Langur dorado (Trachypithecus geei). (Foto: Wikimedia).

SIMIOS

Los simios se dividen en dos familias: los hilobátidos (gibones y siamangs) y los homínidos (orangutanes, gorilas, chimpancés y humanos). Se distribuyen por África occidental y central y por el sur y sureste aisático, con excepción de los humanos, que nos distribuimos por todo el planeta y hábitats. Los simios tenemos la cara plana, con las narinas hacia abajo y una anatomía que facilita la postura erecta y la manipulación precisa de materiales, que incluye el uso y creación de herramientas en algunas especies.

Bonobo (Pan paniscus). (Foto: Pierre Fidenci)
Bonobo (Pan paniscus). (Foto: Pierre Fidenci)

En conclusión, los homínidos somos los seres humanos (Homo sapiens) conjuntamente con orangutanes (dos especies: Pongo pymaeus y Pongo abelii), chimpancés (Pan troglodytes), bonobos (Pan paniscusy gorilas (dos especies: Gorilla gorilla y Gorilla beringei), ya que todos pertenecemos a la familia Hominidae. El término homínido también se refiere a todas las especies fósiles de este familia, y por lo tanto, a nuestros antepasados, que trataremos en futuros artículos sobre evolución humana. A pesar de esto, actualmente para referirnos exclusivamente a las especies  de nuestra rama evolutiva (H. sapiens incluido) se utiliza el término homininos, que hace referencia a una tribu (Hominini) de la familia Hominidae.

REFERENCIAS

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